De la cartilla covid a la cartilla de racionamiento

Con carácter de urgencia la Comisión Europea está preparando un reglamento para restringir el consumo de carne. Al viejo argumento del “cambio climático” se le añade ahora el coronavirus que todo lo justifica.

Según la comisaria europea de Sanidad, la chipriota Stella Kyriakides, las últimas investigaciones de los “expertos” muestran vías de propagación del virus hasta ahora insospechadas. No sólo los murciélagos, a través de los pangolines, son difusores masivos de coronavirus, sino también muchos animales de granja.

Las sospechas se centran sobre la carne de vacuno, en particular, así como sobre la carne de cerdo y de cordero. También de las aves de corral, pero en este punto los “expertos” de Bruselas son más cautos.

Kyriakides no lo querido confirmar públicamente, pero el algodón no engaña. Su colega Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Europea y responsable del Pacto Verde sobre el Cambio Climático, ha dado el visto bueno, señalando que un descenso del consumo de carne -o incluso una prohibición- sería “un paso importante” en la contribución de la Unión Europea a eso que llaman “sostenibilidad”.

“Los europeos comen demasiada carne”, asegura el socialdemócrata holandés, haciéndose eco de la frase de Raymond Barre (“Los franceses comen demasiado chocolate”), el Primer Ministro francés que en 1976 se lanzó contra quienes se resistían a la política de “apretarse el cinturón”, que es como llamaban entonces a los recortes.

La Comisión Europea ya ha firmado contratos con imprentas y empresas de logística para elaborar cartillas de racionamiento de la carne, aunque hay alternativas más modernas, digitales, al estilo de la “cartilla covid” recién aprobada.

La carne no es tan buena como creen los carnívoros y, como se ha demostrado a lo largo del último año, en Bruselas se preocupan por nuestra salud. Prefieren que comamos insectos y gusanos. Lo autorizó el martes la Comisión Europea, como ya informamos aquí. “Los gusanos amarillos secos son una fuente alta en proteínas que promueve la transición hacia un sistema alimentario más sostenible”, dicen en Bruselas (*).

Además, hay 11 solicitudes para comercializar insectos para el consumo humano que está estudiando la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria). Hay que “cambiar hacia dietas saludables y sostenibles”, asegura la Comisión Europea en un comunicado oficial.

En unas ocasiones la ingesta de insectos se justifica por motivos sanitarios; en otras por motivos ecologistas. Lo que jamás va a reconocer la Comisión Europea es que en el futuro nos veremos obligados a comer insectos y gusanos porque ni el salario ni la pensión nos alcanzará para comer un filete con patatas.

Ya lo hemos dicho, pero lo volveremos a repetir: el hambre, la carestía y las cartillas de racionamiento ya están aquí.

(*) https://www.efeagro.com/noticia/los-gusanos-amarillos-secos-son-un-nuevo-alimento-en-la-ue/

Más información:
— Hoy el menú del día se compone de una amplia variedad de insectos comestibles

comentarios

  1. Durante tres meses del 2018, cociné en la residencia de estudiantes «Galdós», en la ciudad universitaria de Madrid. La cocina estaba gestionada por la empresa francesa Sodexho. Mi experiencia allí merece un escrito que se plasmará en papel, pero al hilo del artículo, me llamó la atención:

    1- La moda del veganismo; llegué a dar más de 10 menús veganos para un total de unos 150 menús.
    2- La obligatoriedad de respetar las imposiciones religiosas ( del Islam ). No se podía cocinar con vino, por ejemplo.
    3- La cantidad exageradamente alta de celiacos y alérgicos varios. Fenómeno antes observado en los colegios escolares, cuya población va pasando a las universidades y centros de trabajo.

    Mi conclusión fue:
    1- Hay una lucha más o menos oculta entre el trabajo necesario y el plustrabajo. Todas estas modas e imposiciones morales y religiosas siempre abaratan el coste de la subsistencia, y por lo tanto, permiten expandir el plustrabajo a costa del trabajo necesario.
    2- La burguesía, en su dirección de las empresas, favorece las contradicciones internas de la clase obrera ( religiosas, culturales ).
    3- La alimentación es insana, y la población está enfermando. Por supuesto, la clase obrera no tiene la culpa, falla el sistema. No sólo hay que socializar la producción, también la distribución de alimentos, su elaboración e incluso su consumo.

  2. La alimentación de la humanidad, ha variado drásticamente, a lo largo de su historia. Durante el Paleolítico, eramos fundamentalmente cazadores y carnívoros, la proteína era la parte dominante de la dieta. La historiografía burguesa ha imaginado una humanidad prehistórica la borde de la extinción permanentemente, hambrienta y sobreviviendo por los pelos. Sin embargo, los relatos de los exploradores europeos del siglo XVI que topaban con pueblos primitivos en sus viajes, describen personas musculadas, sanas, bien constituidas y con buena dentadura.
    Es en el neolítico cuando cambia drásticamente la dieta, y son los hidratos de carbono los que se imponen ( cereales, arroz ). La constitución física y la dentadura se resintieron. La piel cambió de color muy rápido, hacia el blanco, para adaptarse a la nueva dieta. Esto está muy bien explicado en el vídeo #Pint18CAS – La sorprendente historia genética de los europeos https://www.youtube.com/watch?v=aqJbqqKv7dg&t=17s

  3. Muchos palos en las ruedas les están poniendo a muchos burgueses productores de productos agrícolas. Si los precios de muchos alimentos se han doblado, eso significa que ha habido destrucción de riqueza, seguramente producida por la quiebra inevitable inherente a la crisis de superproducción capitalista del 2020, y en muchos casos acelerada por determinadas políticas del estado burgués. Lo explica Carlos Marx muy bien en el tomo I del capital, en uno de los supuestos que prevee: menos bienes producidos, a repartir entre la misma cantidad de dinero, suben los precios.
    En la crisis de superproducción capitalista de 1973 «la del petróleo», el fenómeno fue la disminución exagerada del consumo de carne ( seguida de una epidemia de SIDA ) mientras que el consumo de gasolina apenas se resintió. Ahí está la explicación de por qué subió tanto el precio de la gasolina, pues habría que de alguna esa inflación sobre la totalidad de los bienes producidos, se distribuyó de manera desigual entre los diferentes tipos de bienes producidos.

  4. Por último, sin ánimo de dar la brasa, hay que plantearse si el consumo de carne y leche, que se inicia en EEUU, tiene algo que ver con el desarrollo del capitalismo en el sector agropecuario, y es más una necesidad de transformar capital variable en capital constante ( establos, máquinaria, etc ). De todas formas es de agradecer que cambien de cantinela con esto del covid, ya estábamos hasta los huevos de que algo fuese saludable o bien diese cáncer o destruyese el planeta según qué producto y qué intereses.

  5. Pero desde luego, el sistema capitalista está entrando en unas contradicciones muy agudas. El mejor regalo que va a recibir la clase obrera va a ser la ristra de hijos de burgueses arruinados, perfectamente formados y frustrados, que se van a ver obligados a trabajar para otros y que van a buscar darle la vuelta a la tortilla, como ya lo hicieron Li Da Chao, Lin Biao, Mao o Ho Chi Min.

  6. Lo que inquieta no es tanto la maldad de los opresores como la indiferencia de los oprimidos. Ahora que los mataderos se quedarán vacíos somos los humanos los que vamos derechitos a él. Con mascarilla y guardando la distancia.

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