Durante la pandemia, el intento de infantilización de la audiencia ha sido evidente, no sólo por parte de la telebasura, sino también de ciertos medios “alternativos” que han recurrido, como fuente de autoridad a países, como Cuba, que parecen estar al margen del mercado mundial y de las grandes farmacéuticas. Los oportunistas carecen de argumentos propios y recurren a las políticas implementadas por algunos gobiernos (Cuba, Venezuela, quizá incluso China) que toman como referencia. Lo que los gobiernos de esos países digan es correcto porque no procede de las multinacionales farmacéuticas sino de una autoridad pública que, además, goza de cierto prestigio internacional y carece de intereses económicos lucrativos.
Los argumentos de los oportunistas no se caracterizan por su sofisticación precisamente. La política sanitaria implementada por gobiernos, como el español, es correcta porque en países como Cuba, han procedido de la misma manera (o parecida). Luego la pandemia no es un asunto político; está por encima del tipo de régimen o de las clases sociales.
Lo mismo cabe decir de las vacunas, que en los países capitalistas pueden sembrar desconfianza, mientras que en Cuba no hay antivacunas. En un caso, son una mercancía cuya venta genera importantes beneficios privados, mientras que en Cuba se administran para proteger a la población de un virus y no se lucra ningua empresa privada.
Seguimos, pues, en la dicotomía entre lo público (Estado) y la sociedad civil, el universo de los intereses privados egoístas, es decir, en una dicotomía de hace 200 años que ya no existe.
Un esquema tan cutre corre paralelo con la aplicación de la ciencia a la industria, olvidando la aplicación de la industria a la ciencia, seguida de la privatización de ámbitos que hasta ahora eran característicos del saber, como las universidades.
Sin embargo, hoy la ciencia y el conocimiento no están sólo ni principalmente en las universidades sino en las empresas, en general, y en las emergentes, en particular. Bajo el nombre de “institutos” y “laboratorios” lo que hay son acciones, capitales, mercados, patentes y libros de contabilidad. Ocurre en la mayor parte de los países del mundo y también en Cuba.
Hoy los científicos innovan en empresas capitalistas, punteras en I+D, financiadas por capital riesgo y fondos de inversión, que a su vez han dado lugar a bolsas de valores características, como el Nasdaq. Del mismo modo, las instituciones de la biotecnología cubana no son sólo centros científicos, sino empresas y organizaciones económicas como BioCubaFarma, creada por un decreto del gobierno en 2012, que cubre la mitad de las actividades de investigación cubanas.
La ciencia también crea cierto tipo de mercancías, no en el sentido exacto en el que las definió Marx, sino en el de que la ciencia es rentable porque vende productos en el mercado, como las patentes, que tienen un precio, pagan sueldos y generan beneficios.
Hoy la farmacia y las empresas de biotecnología producen para un mercado mundial, lo cual también ocurre en el caso cubano, donde tienen que competir con los grandes monopolios, en unas condiciones muy desfavorables, como consecuencia del bloqueo económico imperialista y el hundimiento en 1990 de sus socios socialistas. A pesar de ello, Cuba no sólo es uno de los pocos países del mundo que no sólo ha sido capaz de fabricar una vacuna, sino cinco.
Es evidente, pues, que Cuba es uno de los países cabeceros en biotecnología, farmacia y medicina, lo cual es consecuencia de una poderosa industria que tiene características propias, como IncuBio, donde lo público está estrechamente ligado a la economía, a lo privado.
Las empresas cubanas no sólo producen medicamentos para su propia población sino para el mercado mundial. Exporta veinte veces más vacunas de las que destina a satisfacer su demanda doméstica. Es una característica común de las empresas emergentes. En el mercado mundial, que es capitalista, hay una superproducción de mercancías tradicionales, como el textil. Hay países, como China, que son capaces por sí solos de abastecer la demanda mundial. Para lo único que no hay superproducción es para los productos innovadores y de alta tecnología, como los fármacos, los medicamentos y las vacunas.
La naturaleza no le ha dado casi nada a Cuba; lo que tiene se lo debe a la revolución de 1959; se lo ha ganado con su esfuerzo, lo ha levantado con sus manos y ha superado el Periodo Especial gracias a una nueva política económica que ha puesto el acento en la tecnología y, sobre todo, en la biotecnología, con grandes empresas capitalistas, como BioCubaFarma, que es “es el principal grupo empresarial del sector biofarmacéutico” (*).
El holding está compuesto por más de 30 instituciones en las que trabajan 10.000 especialistas, en centros repartidos por Cuba y otros países que fabrican 141 medicamentos que luego se exportan a más de 50 países. Las exportaciones cubanas de alta tecnología han estado creciendo a más de un 30 por ciento anual desde el cambio de siglo, un ritmo vertiginoso a pesar de la competencia con las grandes farmacéuticas.
Cuba no puede exportar materias primas porque no las tiene. La única manera de saldar el déficit de la balanza de pagos corriente es vendiendo mercancías de alta tecnología y para lograrlo tiene que fabricar a gran escala, mucho más allá de su mercado doméstico.
El gobierno cubano es, pues, uno de los más interesados en sostener todas y cada una de las pamplinas de la pandemia, porque en el futuro le aguarda un bocado gigantesco del mercado mundial con el que pagará muchas facturas.
(*) https://www.fiiapp.org/en/biocubafarma-constituye-principal-grupo-empresarial-del-sector-biofarmaceutico-cubano/
Más información:
— Cuba crea una empresa biotecnológica de capital riesgo en una zona franca
— En Cuba no hay pandemia pero el gobierno hace como si la hubiera
Buen texto. Desafortunadamente la izquierda actual esta viviendo en un mundo alternativo. Muchos prefieren esconderse por detrás del argumento reduccionista donde «cualquier problema ambiental o de salud publica va a ser instrumentalizado por los capitalistas, por lo tanto no vale la pena debatir los detalles de las polémicas científicas («complotistas»)». La única preocupación es «cambiar de sistema».
Es difícil saber si esto es revelador de una pereza intelectual, de una débil estrategia de no entrar en polémicas o tan solo la ingenuidad en creer que los «expertos» que hablan en los periódicos representan el consenso científico.
Muchos trostskistas y «neo-maoistas» clasifican a China como una economía «social de mercado», otros como una «democracia obrera deformada». Los ortodoxos del Partido Comunista Portugués celebran el triunfo del «socialismo en China».
Creo que será necesario esperar unas décadas más, hasta que las condiciones de vida se empeoren en los países industrializados y el control social se acerque del sistema de crédito social Chino para que los revolucionarios revisen sus análisis.
Don Juan Manuel,
ésta vez creemos que no ha acertado Usted.
Más bien nos parece el título de la prensa yanqui que siempre aprovecha cualquier oportunidad para clavarle a Cuba el estoque dónde le entre bien. Pero en fín, todos tenemos nuestras fisuras ideológicas en éste campo de concentración dónde la manipulación y la propaganda es un coso taurino dónde tanto el bicho como el torero a veces no perciben las fulgurantes y condicionantes radiaciones que, constantemente, nos llegan y nos afectan por doquier.
Cualquiera que lea el titular, por ‘asociación salivar pavloviana’ o por un mínimo reflejo condicionado del Brainwashing Under Freedom, BUF, lo va a equiparar e identificar con el Cartel Internacional de la Big Pharm, que en éste caso, si, en éste caso si que hacen buenos y grandiosos negocios con el experimental pinchazo, pero Cuba, Usted debería saber, trabaja sobre otros parámetros y valores lejos de los pacoperos y cercopitecos de la Bolsa bancaria y sus largos y extensos dossiers. Vamos… ésto no quiere decir que las vacunas las van a regalar como los caramelos –que en la cabalgata de los reyes magos– tiran Melchor, Gaspar y Baltasar, pero de ésto al concepto de su titular hay un significativo trecho valorítico imposible de salvar.
Que Cuba también hace un buen negocio con sus vacunas no nos parece ni Justo ni Proporcional a los hechos –además de equívoco– para un pueblo bloqueado y martirizado por los Terroristas -si, terroristas- del In Gold We Trust y su cohorte de lacayos de la llamada Comunidad Interncional, que cada escalón que sube en la escala de tratar de alcanzar una cierta equidad socio-económica le cuesta, como se dice, un «riñón», porque enfrentan, hasta en el tuétano de sus huesos, a esos que, precisamente, estan dedicados, en cuerpo y alma -si es que la tienen-, a hacer suculentos negocios con las vacunas.
Luego nos quedamos atónitos al leer en su artículo -verbo y sustantivo de la misma gramática de desviación-: «la pandemia no es un asunto político; está por encima del tipo de régimen o de las clases sociales». No sabemos si hemos leído bien. Pero al releerlo nos damos cuenta –ya sin dudas– de que si, de que lo hemos entendido…
¿Está Usted seguro de que el llamado «virus de la desigualdad» que enriquece superlativamente e inmoralmente a unas minorías de carniceros financieros al costo de arrojar a las mazmorras de la pobreza, del embrutecimiento y la desesperación a centenas de millones de seres humanos «no es un asunto político» y que «está por encima de…las clases sociales»?
Porque aqui si que se ha salido por el tejado de la incongruencia en lugar de tomar el ‘Exit’ de la correcta hermenéutica.
POSTED BY AD HUMANITATEM
Don Alejandro:
En cuanto a que “la pandemia no es asunto político”, nos tememos que Usted no ha captado la ironía del artículo, seguramente porque el autor la ha encubierto de tal manera que no es fácil descubrirla.
En vosotros, al entrecomillar “la pandemia no es asunto político”, si que es obvio que hay en ello el rintintin de una ironía, pero en la línea textual de Olarieta: Luego la pandemia no es un asunto político; está por encima del tipo de régimen o de las clases sociales…–como tantas veces se lee en otros ‘certámenes y escenarios’–, la ironía quedó con mascarilla, no se le pudo ver la cara…de todas formas, me alegro el no haberla descubierto porque de ésta forma hemos tenido la oportunidad de aupar y desbloquear un poco el decoro de un pueblo tan calumniado como el cubano. Y gracias por llamarnos «Don Alejandro», pero tener en cuenta –y que quede claro– que en éste caso soy el No-Magno.
Coincido con la visión del artículo respecto a los muchos supuestos baluartes de la prensa revolucionaria que se han dado, en su mayoría, un buen batacazo y han traído una enorme decepción con esto de la plandemia. Contábamos con ellos para la batalla.
Un ejemplo sangrante ha sido el veterano Insurgente.Org (*1) .
Hace ya meses que abandonó toda temática opuesta a las «vacunas» del coronavirus, para pasar a hablar de que Cuba ha vacunado a mucha población (el 100% con la «primera dosis», por lo visto no han dejado fuera ni a enfermos terminales de cáncer, ni a pacientes en estado de coma, no digamos ya a embarazadas o niños), de que China exporta muchas vacunas al tercer mundo… etc.
Respecto a los comentarios de los lectores que, como yo, han pretendido hablar de la matanza de las reacciones adversas, del grafeno contenido en los sueros, o de los campos de concentración «sanitarios» de Australia, China, Sudáfrica o cualquier otro país, son ya sistemáticamente censurados.
Todo artículo aparentemente crítico con algún aspecto de «la pandemia» sistemáticamente menciona la necesidad de las «vacunas».
La supuesta izquierda revolucionaria ha perdido una oportunidad de oro para explicarle al mundo que esta plandemia que nos está matando por millones la ha montado el capitalismo, puesto que ese ha sido el sistema socioeconómico dominante durante (por lo menos) las últimas décadas.
En lugar de ello, ahora tenemos a la población escribiendo: «Nos están haciendo lo que hacen en China, por lo tanto ha llegado el malvado comunismo» .
Respecto a la «necesidad» por parte del Gobierno Cubano de engañar al mlundo, tratar de idiota y arriesgar la salud de su pueblo para así vender «vacunas» (notese que lo pongo, también, entre comillas) y cuadrar sus presupuestos, pienso que Fidel Castro nunca hubiera permitido esto.
Cuba ha emprendido un camino que, aunque ahora le dé sus réditos (económicos) a corto plazo, le traerá muy graves consecuencias a un plazo algo más largo, incluída su propia destrucción, porque Cuba no era destruible desde fuera, sino desde dentro, por ejemplo con lo que está haciendo ahora el Gobierno Cubano.
El fin no justifica los medios; esa fue durante décadas la fuerza de Cuba. Ahora la han perdido, y es difícil saber qué consecuencias tendrá eso. Probablemente ninguna buena.
(*1) https://insurgente.org/