Por el contrario, en la Unión Soviética una práctica generalizada fueron las comparecencias periódicas de los cargos políticos a las asambleas de trabajadores, de miembros de los soviets, de koljosianos, de sindicatos o de vecinos a responder a las preguntas que se les formularan en público y, naturalmente, a tomas nota de las críticas en su contra.
La obligación de comparecer en ese tipo de asambleas multitudinarias alcanzaba absolutamente a todos, desde el Jefe del Estado, el más conocido de los cuales fue Kalinin, hasta los parlamentarios o los gobernadores locales y alcaldes.
Esa tradición sigue vigente en la Rusia actual. A mediados de junio se celebró un maratón de casi cuatro horas de preguntas y respuestas con Putin. Las poblaciones de todos los rincones de Rusia le lanzaron en directo más de 2,3 millones de preguntas por todas las vías imaginables de comunicación immaginables, desde el teléfono hasta correo electrónico.
El acto fue retransmitido en directo por la televisión y a través de videoconferencia estaban presentes todos y cada uno de los ministros, más 85 gobernadores regionales. Algunas de las preguntas se formularon en directo y con el resto los editores del programa organizaron las preguntas en secciones temáticas.
Algunas de las preguntas se formularon directamente a determinados ministros o a los gobernadores regionales, que siguieron recibiendo preguntas después de terminar el acto. Putin lo llama “personalización de la responsabilidad”, un concepto que repitió tres veces. “La responsabilidad personal debe ser absoluta”, dijo.
El programa acabó cuando, en función de las preguntas, las quejas y las críticas, Putin creó carpetas de color verde dirigidas a cada uno de los responsables con los aspectos más importantes que la gente había denunciado a fin de que trabajaran sobre ellos, con el compromiso de dar luego cuenta de las medidas adoptadas. “Supongo que todo eso se hará”, dijo Putin con gesto grave.
La pregunta más repetida fue sobre los motivos por los que, tras su reelección, no había limpiado la Administración pública sino que seguían las mismas personas en los mismos o diferentes cargos, haciendo referencia expresa al Primer Ministro Medvedev.
La explicación de Putin fue que esas personas eran las que el año anterior habían planificado “el gran salto hacia adelante” que tiene que dar Rusia en los próximos seis años. En ruso, la “shestiletka” (sextenio) ha sustituido a la “pyatiletka” (planes quinquenales soviéticos). Si hubiera reemplazado a los que han elaborado la “shestiletka” por otros que no han participado en su elaboración desde el principio, se habrían perdido dos años, dijo Putin. La tarea es conocida, ellos han aceptado el desafío y ellos van a responder de su ejecución, añadió.
A diferencia de los planes quinquenales, que eran fundamentalmente económicos, la “shestiletka” establece patrones de bienestar social y deben ser cumplidos en gran medida por empresas privadas, pero con tanta participación pública como sea necesaria.
Un grupo específico invitado a hacer preguntas fueron los blogueros. Uno de ellos preguntó si, tras la prohibición de la aplicación Telegram, Rusia también podría prohibir YouTube o Instagram. Putin dijo que ese no sería el caso. Telegram había sido utilizado por los terroristas que planearon el atentado en el metro de San Petersburgo y la policía rusa no pudo seguirlos porque las comunicaciones estaban cifradas. Pero, dijo Putin, es fácil prohibir cosas, excepto que no es particularmente efectivo. Es más difícil pero más eficaz encontrar soluciones que no limiten la libertad.
Los refugiados procedentes del Donbas le preguntaron por los problemas que tenían para obtener el permiso de residencia. La ley les obliga a regresar a su país cada tres meses, un lugar donde hay una guerra y deben marchar con su familia y sus hijos pequeños, lo que les supone un gran riesgo personal.
Para pedir el permiso de residencia tienen que recorrer un calvario de papeles burócráticos, que se complican mucho más si lo que piden es la ciudadanía rusa. Eso les supone un enorme gasto económico, que es como la pescadilla que se muerde la cola: tienen que trabajar y ganar algo de dinero, pero no pueden porque para ello necesitan los permisos de residencia.
Putin se refirió a los proyectos de reforma legislativa que se está tramitando en la Duma, tanto en materia de ciudadanía como de emigración, pero acabó dirigiéndose al ministro del Interior opr videoconferencia: “Usted debe empreder ese camino”, le dijo ante los 20 millones de espectadores y acabó asegurando que, de todas maneras, él personalmente tiene la posibilidad de conceder la ciudadanía rusa por una via expeditiva. Si el problema no se resuelve, podría empezar a entregar pasaportes y documentos de identidad sobre la marcha.
Alguien le preguntó por lo seis años de mandato que le quedan por delante. “¿Piensa en su relevo para entonces”. “A cada momento”, le responde Putin. “Son los votantes los que deciden”, añade.
Gran Putin: el freno a esta banda de genocidas que siguen desestabilizando el planeta entero ¡no pasarán! camarada.