Epidemias, enfermedades “de etiología desconocida”, que son la inmensa mayoría, mortalidades por insuficiencia coronaria y respiratoria, cánceres de todo tipo, junto a los suicidios y los accidentes de coche, dibujan el mapa de la enfermedad en los países fuertemente industrializados. No es así en el llamado Tercer Mundo en el cual las diarreas, la carencia de agua potable, la desnutrición llevan la muerte a millones de personas. Es la frontera entre la dominación y los dominados, entre los opresores y los oprimidos, entre la riqueza y la pobreza, entre los que comen más de la cuenta y los que no disponen de suficientes alimentos.
La ecología debe concebirse como un todo, puesto que corresponde al conjunto del planeta, y como tal su interpretación tiene que ser desde la óptica del internacionalismo proletario. Y es desde esta perspectiva que lo debemos mesurar, al mismo tiempo que seguramente podremos empezar a encontrar respuestas sobre multitud de fenómenos que nos enferman. No podemos obviar las exigencias del consumo como necesidad de la producción, como uno de los elementos capitales a analizar desde la perspectiva ecológica.
Podemos interpretar algunas afirmaciones de Marx como la consideración de que la conservación del medio ambiente es una tarea fundamental del comunismo. Por ejemplo en el volumen III del El Capital opone a la lógica capitalista de la gran producción agraria, basada en la explotación y agotamiento de la tierra, otra lógica, de naturaleza comunista. “El tratamiento conscientemente racional de la tierra como propiedad comunal eterna, y como condición inalienable (unveräusserlichen) de la existencia y de la reproducción de la cadena de generaciones humanas sucesivas […] Incluso una sociedad entera, una nación, en fin, todas las sociedades contemporáneas juntas, no son dueñas de la tierra. Ellos sólo la ocupan, los usufructuarios (Nutzniesser), y ellos deben, como bonis patres familias (el buen padre de familia), de dejar en buen estado a las generaciones futuras” (1).
“Y, todo progreso de la agricultura capitalista no es tan solo un progreso en el arte de exprimir el obrero, sino también en el arte de exprimir la tierra, y cada paso que se da en el incremento de su fertilidad dentro de un periodo de tiempo determinado, supone al mismo tiempo un adelanto en la ruina de las fuentes permanentes de esta fertilidad […] la producción capitalista tan solo desarrolla, por lo tanto, la técnica y la combinación del proceso social de producción al tiempo que debilita las fuentes originarias de toda riqueza: la tierra y el trabajador” (2).
“El desarrollo de la civilización y de la industria en general […] siempre se muestra tan activo en la devastación de los bosques que todo el que puede llevarse a cabo por su conservación y producción, es completamente pequeño en comparación con el destrozo” (3).
No es solo el derroche de la tierra. La proliferación de agrotóxicos, las contaminaciones de NO2, los xenoestrógenos, el estrés debido a los ritmos de producción para conseguir incrementos de productividad, la comida que se tira, las producciones agrarias que se destruyen para mantener los precios. Unos ejemplos: “La actividad agraria más potente de esta Comunidad Autónoma (Canarias), el plátano, recibe 141 millones de euros anualmente en ayudas directas de la Unión Europea. Organizaciones de productores, gestionan de manera irregular parte de los residuos agrarios de la llamada “pica”, la retirada de fruta por las bajas cotizaciones en el mercado, con 2,3 millones de kilos “tirados a los desechos” (más de un 10% del cosechado) estas semanas. El total de la “pica” del año 2017 está alrededor de los 14 millones de kilos” (4).
“La Asociación de Productoras de Frutas y Hortalizas de Andalucía (APROA) ha emitido un comunicado en el que se indica que durante el año 2015 y las dos primeras semanas de 2016 han retirado (destruido) más de 11 millones de kilos de frutas y hortalizas” (5).
“La Consellería de Agricultura de la Generalitat pactó con el sector de la fruta solicitar la declaración de perturbación de mercado en la UE y exigir que se retire (destruya) un stock de 40.000 toneladas” (6).
Las modificaciones genéticas en cereales, la inyección de hormonas y antibióticos a los animales de consumo, los residuos industriales, los residuos radiactivos, las grandes densidades de población en las ciudades, los alimentos elaborados industrialmente, los conservantes, la superlativa medicalización, las vacunas sintéticas, los ansiolíticos, antidepresivos, calmantes, antibióticos, y la insatisfacción a la hora de recibir algunas de las falsas promesas del capitalismo, forman un conjunto condiciones que sin ningún tipo de duda enferman y deben ser la base de la consideración ecológica.
Voces contra estas epidemias cotidianas derivadas del proceso de acumulación del capital hace años que se han levantado, a pesar de que el conjunto del movimiento obrero, entendido este como la suma de organizaciones sindicales y partidos políticos representantes de las varias tendencias en el seno de la clase obrera, no han prestado atención suficiente al deterioro del planeta y del propio proletariado, pues la prioridad reivindicativa ha sido exigir más, más “trabajo” sin importar de qué tipo, más “consumo” sin importar de que, más “sanidad” sin importar porque, todo ello con independencia de los efectos de estas exigencias sobre la humanidad. Tenemos recientes ejemplos de las protestas en los astilleros para reivindicar construir más barcos de guerra, en las fábricas de coches para que se subvencione su producción y la compra de vehículos nuevos y, en las fábricas de armamento, preocupados por la posible pérdida de puestos de trabajo si se cumplen ciertos requisitos limitantes aprobados por algunos organismos internacionales.
La perspectiva ecológica tiene que empezar por saber que producimos y como lo producimos, que comemos y como ha sido elaborado, porque enfermamos y la causa de la enfermedad. La perspectiva ecológica debe estar alejada de las “recetas” de los científicos a sueldo de las multinacionales causantes del desastre, pues toda su recomendación es continuar y aumentar el consumo de cualquier tipo, ya sea para comer, vestir, ociar, medicalizar… pues su objetivo es que no se pare la rueda de la producción y el beneficio derivado de ella.
“La modernización ecológica del capitalismo, tiene tanto peligro como la propia destrucción de las bases naturales de la vida. En efecto, las bases “naturales” de la vida pueden ser producidas o reproducidas industrialmente por medio del desarrollo de una eco– industria o de un eco – negocio que obedezca a los mismos imperativos de máxima rentabilidad que tienen las demás industrias de consumo […] La reproducción de las bases de la vida puede estar organizada dentro del marco de un eco-tecno-fascismo que ocupe artificialmente el lugar de los ciclos naturales por nidos sintéticos: que economice de alguna manera los medios de vida; que industrialice la producción de la vida misma incluyendo la vida humana; que comercialice fetos y órganos y que mejore las capacidades de los organismos vivos, incluyendo las capacidades humanas, por medio de la ingeniería genética” (7).
El planteamiento del capitalismo “sostenible” es cambiar los métodos de producción, pero no disminuir la producción superflua y mucho menos la productividad para generarla. Nuevos métodos que se nos presentan más “sostenibles” y previsiblemente en unos años, los “científicos” del sistema dirán que también hay que sustituirlos por otros que no generen problemas “medio-ambientales”, sin entrar en el fondo del modelo de producción y consumo.
Y, como nos movemos?, pues el coche individual se ha convertido en algo más que una herramienta, es un “status” competencial en algunos casos y una necesidad impuesta por el sistema de producción aislando los centros de trabajo de los lugares de residencia que tiene como consecuencia, como señala Iván Ilich: “El americano típico consagra más de mil quinientas horas el año (es decir treinta horas en la semana, o cuatro horas en el día, incluyendo el domingo) en su coche; este cálculo incluye las horas que pasa al volante, en marcha o parado”. ¿Cuántas horas de trabajo son necesarias para pagar la gasolina, las ruedas, los peajes, el seguro, las multas y los impuestos? Todo esto para recorrer 10.000 km. a 6 km por hora. La gente acaba por trabajar una buena parte de la jornada laboral para pagar los desplazamientos necesarios para ir a trabajar.
Pero, las reivindicaciones del transporte colectivo, tan preciadas por algunas formaciones de izquierdas sin cuestionar el porqué de las “necesidades” de los desplazamientos, nos tiene que llevar a plantear otras cuestiones: “La alternativa al coche tendrá que ser global. Para que la gente pueda renunciar a sus coches, no es suficiente ofrecer medios de transporte colectivo más cómodos. Es necesario que la gente pueda prescindir del transporte al sentirse como en casa en sus barrios, dentro de su comunidad, dentro de su ciudad a escala humana y disfrutar de ir andando de la casa al trabajo. Ningún medio de transporte rápido y de evasión compensará nunca el malestar de vivir en una ciudad inhabitable, de no estar en casa en ningún lugar, tan solo de pasar por allí para ir a trabajar o, para aislarse y dormir” (8).
A raíz de estas consideraciones, una pregunta obligada: ¿cómo es que tan solo se atribuye al inocente CO2 la principal causa de todos los males? Por poco que pensemos, podemos entrever una malévola intencionalidad de esconder la lacra y engaño del capitalismo verde.
(1) K. Marx. El Capital, III, pág 784, 820. Ciencias Sociales. Habana. 1980
(2) El Capital, II, pág. 251. Ciencias Sociales. Habana. 1980
(3) El Capital, II, pág. 247. Ciencias Sociales. Habana. 1980
(4) Lo Diario.es 05/12/2017
(5) Hortoinfo, 14/01/2016
(6) El País, 07/08/2017
(7) André Gorz. Capitalismo, socialismo, ecología. pág. 75
(8) André Gorz. La ideología social del automóvil. Le Sauvage, 1973
Ante este ‘hermoso panorama’ que nos espera quisiéramos comenzar describiendo el ‘modus operandi’ de este carnaval de la mano de Marx (mejor dicho, de la mano del Ananké como Freud llamaba al Principio de la realidad): «El capital experimenta horror por la ausencia de ganancia o por una ganancia muy pequeña, como la naturaleza siente horror por el vacío. Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz. Un 10% seguro, y se lo podrá emplear dondequiera; 20%, y se pondrá impulsivo; 50%, y llegará positivamente a la temeridad por 100% pisoteará todas las leyes humanas; por 300% y no hay crimen que lo arredre, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen» (El Capital, Tomo I, volumen 3 páginas 950 y 951)
«Y no hay crimen que lo arredre»…La factura humana, como ya todos podemos ver y sentir, es catastrófica: el desastre capitalista o, mordazmente hablando, el ‘hermoso panorama’ citado.
Fidel Castro lo diagnosticó en su discurso de la Cumbre del Tercer Mundo, Grupo de los 7, en La Havana Abril 12, 2000:
«Hace falta un Nuremberg para juzgar el orden económico que nos han impuesto que cada tres años mata de hambre y de enfermedades previsibles o curables más hombres, mujeres y niños que todos los que en seis años mató la Segunda Guerra Mundial»
Doce años después, en el 2012, Jean Zeigler, Vicepresidente de la Comisión de los derechos humanos de la ONU y exrelator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, corroboró el mismo Nuremberg de Fidel:
«Vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, dónde las pequeñas oligarquías del capital financiero deciden de forma legal quién va a morir de hambre y quién no. Por tanto, estos especuladores financieros deben ser juzgados y condenados, reeditando una especie de Tribunal de Nuremberg»
«Orden criminal y caníbal». La factura humana es obvia: el aumento de las ventas de Superyates por un lado y el naufragio en pateras de docenas de miles de seres humanos que intentan escapar de la desesperación para terminar naufragando en el mar o en la tierra. Y en el plano de la destrucción del medio ambiente cabría preguntarnos: ¿estamos ya cruzando los límites «entre la política y lo clínico», «entre la razón y la demencia»? ¿Habrá que ponerle a Karl Marx una bata blanca para que nos diagnostique más como médico experto en la patogénesis humana que como brillante analista político-económico?
Desde el Club de Roma, en la década de los sesenta, hasta 1992 cuando 1700 World Scientists’ se reunen en Nueva York ‘Warning to Humanity’ para denunciar que «los seres humanos y el mundo natural están en curso de colisión» entre éste «orden criminal y caníbal» y la Naturaleza.
Y esto viene de lejos, en 1932 sentenció Herbert Marcuse: «La situación del capitalismo hoy en día no es solamente una cuestión de crisis económicas y políticas, sino una catástrofe de la esencia humana que condena cada reforma económica y política a la futilidad e incondicionalmente demanda una revolución total».
¿Es posible a estas alturas del sistema (capitalista) que domina el mundo como “civilización única”, esa «revolución total» marcusiana que termine con el “modelo económico”, el “modelo político”, el “modelo militar”, el “modelo jurídico”, el “modelo científico”, el “modelo cultural”, el “modelo social” y el “modelo mental” con los que hoy se articula el dominio del capitalismo en la cabeza humana?
POSTED BY AD HUMANITATEM
Tu estilo Al escribir, se va haciendo mas conciso y mejor, amigo Consola.
Cuando estuve en casa de mis suegros, en Pekin, vi lo siguiente: la empresa tenia, dentro de su recinto, de todo: centro de salud, supermercados, guarderia, colegio, viviendas para Los empleados, canchas de deportes, sastre, etc. Eso es urbanismo socialista. Resultado: hacen lo mismo que nosotros con menos recursos y en menos tiempo, para eso tenemos que pasar por una revolucion y pagarlo con sangre. Los burgueses americanos nos han complicado, al forzarnos a funcionar con la gasolina que pensaban controlar ellos ad eternam, y han marginado Las vias ferreas, infinitamente mas eficientes.
La gestion de Los residuos es parte de la produccion, un coste que se ahorran desentendiendose de los residuos.
Saludos desde Madrid.