Los comentarios más suaves hablan de “caos” y de que el crédito del gobierno socialdemócrata de Hollande está bajo mínimos históricos. Mientras la reforma laboral cierra con barricadas los accesos al centro de muchas ciudades francesas, el gobierno saca a relucir los problemas “seguridad” para seguir metiendo el miedo en el cuerpo de las masas.
Antes la excusa fueron los atentados de París y Bruselas y ahora la Eurocopa y el Tour de Francia. El estado de emergencia no hace más prorrogarse periódicamente y muchos creen que ya nunca se acabará, que siempre estarán sometidos a la arbitrariedad policial.
Si a las batallas callejeras se añade el crecimiento electoral del fascismo y la xenofobia, Francia reviste todos los caracteres de un Estado fallido y moribundo. Tras culpar al inepto de Hollande, los comentarios se abalanzan contra Bruselas y aplauden el SI a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Les gustaría hacer lo mismo, salir del euro, de las garras del Fondo Monetario Internacional y de las inútiles políticas de austeridad.
En un blog alguien propone a los antidisturbios que haga algo parecido a lo que hicieron los soldados rusos en la Primera Guerra Mundial: en lugar de golpear a los manifestantes, marchar todos juntos contra el gobierno y echarlos a patadas de sus poltronas.