Como expusimos el miércoles, China comienza a hablar alto y claro. Los comentarios del embajador chino en París, Lu Shaye, que aparece en la foto de portada, han levantado un enorme revuelo en Europa. El embajador cuestionó la soberanía de Ucrania sobre Crimea.
Francia le ha llamado a capítulo y lo mismo han hecho los países bálticos con sus respectivos embajadores chinos. 80 europarlamentarios han pedido a la ministra francesa de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, que declare “persona non grata” a Lu Shaye. “La Unión Europea sólo puede suponer que estas declaraciones no representan la política oficial de China”, ha escrito Borrell en Twitter.
De Crimea la polémica ha saltado a Taiwán. Según Lu Shaye, Taiwán “forma parte integrante del territorio chino desde la antigüedad” y “es el pueblo chino quien decide el destino de Taiwán”. Empujar a Taiwán “hacia la independencia es sabotear el orden de posguerra”, y lo mismo cabe decir de los países de la antigua Unión Soviética, que “no tienen un estatus efectivo en el derecho internacional porque no existe ningún acuerdo internacional que haga efectiva su condición de Estados soberanos”.
Por su parte, el embajador de China ante la Unión Europea, Fu Cong, ha tratado de calmar los ánimos, pero de nuevo hablando claro y en voz alta. Las relaciones de China con la Unión Europea, ha escrito, tienen muchas dimensiones y no pueden reducirse únicamente a la cuestión ucraniana. En una sutil referencia a Washington, el embajador subrayó que esas relaciones no debían supeditarse a terceros países.
Fu Cong pone de manifiesto que la polémica se ha planteado en el contexto del plan de paz para Ucrania presentado por su gobierno y confirmó la conocida postura de su gobierno de que los participantes en la guerra deben sentarse en la mesa de negociaciones.
El diplomático chino recuerda la declaración del presidente chino Xi Jinping de que la amistad entre China y Rusia no tiene fronteras. Pero no se preocupen, añade el embajador, la cooperación de China con Europa y otros países “tampoco tiene fin”.
En medio del plan de paz para Ucrania que ha propuesto el gobierno de Pekín, había que distanciarse diplomáticamente del embajador en Francia. La página web de la embajada china publica: “Las observaciones del embajador Lu Shaye sobre la cuestión de Ucrania no fueron una declaración de política, sino una expresión de opiniones personales durante un debate televisado. No deben ser objeto de una interpretación excesiva. La posición de China sobre las cuestiones en cuestión no ha cambiado”.
Europa no quiere verse envuelta en una disputa sobre Taiwán. Borrell insiste en que el destino de Taiwán es de vital importancia para Europa y no se le ha ocurrido otra genialidad que proponer el envío buques al estrecho de Taiwán. Pero Francia, Alemania e Italia no quieren empeorar las relaciones con China.
Pero el juego es bastante más complicado. En Estados Unidos no han gustado las declaraciones de Macron sobre Taiwán. Tras su visita a China, Macron dijo que Europa no debería verse atrapada en el pulso entre Estados Unidos y China sobre Taiwán. Los europeos deberían “despertar” y pensar en sus propios intereses.
Al otro lado del Atlántico las reacciones no han sido suaves. Estados Unidos no admite ninguna “autonomía estratégica” por parte de ningún país europeo. A Macron le acusan de “hacerle el juego” a Xi Jinping.
El New York Times asegura que el Presidente francés está “socavando” los esfuerzos de Estados Unidos por contener la influencia de China en la región. El Wall Street Journal dice que Macron está “jugando a ser el Charles de Gaulle del siglo XXI, lo que significa alejar a Europa de Estados Unidos”.
Por su parte, el senador Marco Rubio amenazó con dejar que Europa se ocupe sola de Ucrania y se centre en la cuestión de Taiwán.
Como ven, todo empieza a girar en torno a China.