La política exterior china está cambiando rápidamente. No hace mucho tiempo su retórica era cautelosa, pero ahora a los diplomáticos chinos se les va la lengua en cuanto tienen a un periodista delante, sobre todo si es de un medio occidental.
Cualquier pretenxto es bueno para largar, como las islas Malvinas, arrebatadas a Argentina por Reino Unido. La semana pasada, el embajador de China ante la ONU, Geng Shuang, hizo un llamamiento a la reanudación de las negociaciones entre Argentina y Reino Unido sobre el futuro de las Islas (1).
Dentro de poco empezarán a lanzar otros cohetes. Quizá España tenga buena suerte y hablen de Gibraltar. Quizá la tenga mala y hablen de Cauta, Melilla y Canarias.
El gobierno de Londres se niega a negociar sobre las Malvinas. En 2013 un referéndum mostró que el 99,8 por cien de la población de las islas está a favor de mantener el archipiélago dentro de Reino Unido. Ni Putin logró un resultado tan elevado en Crimea.
Ahora Pekín apoya abiertamente la posición de Buenos Aires e integra la disputa territorial dentro de un discurso anticolonial general. “La cuestión de las Islas Malvinas es un legado histórico del colonialismo. Aunque la era colonial terminó, el hegemonismo y las políticas de poder correspondientes al pensamiento colonial existen hasta el día de hoy”, dijo Geng Shuang (2).
Argentina ya tiene el apoyo de un país que aspira a diseñar las pautas del mundo próximamente en torno a la lucha contra el viejo y nuevo colonialismo. La correlación de fuerzas ha cambiado. Ya no es Argentina contra Reino Unido sino Reino Unido contra el mundo.
El gobierno de Londres va a recibir un poco de su propia medicina. Ha metido las narices en los asuntos internos de Hong Kong, forma parte de la alianza militar Aukus, dirigida contra China, y ahora le toca ponerse a la defensiva. Cuantas más preocupaciones tengan los británicos en su propio terreno, menos ganas tendrán de inmiscuirse en Asia.
El apoyo de China a Argentina es una de las muestras de la reorganización general de su política exterior. Ahora tiene recursos suficientes, especialmente económicos, para llevar a cabo una política exterior de largo alcance. Ha pasado de la expansión económica, iniciada a finales del siglo, a la expansión política y militar para proteger sus intereses y sus inversiones.
Pekín aún hubiera esperado más tiempo (ver, oir y callar), pero Estados Unidos le ha empujado a tomar parte activa. Parece que China ataca, cuando en realidad no hace más que defenderse porque en Washington ya la han puesto en la picota como el enemigo principal.
La política exterior de China sigue tres ejes. El primero es un discurso general antiestadounidense que sigue las pautas de la lucha contra el colonialismo. En febrero, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China publicó un documento criticando duramente las políticas de Estados Unidos y sus aliados. Las calificó de injustas y neocoloniales.
Este tipo de críticas no eran habituales antes. La política exterior china se está volviendo más agresiva. Pekín ha dado instrucciones a sus diplomáticos para que vayan lanzando mensajes.
En segundo lugar, China cada vez participa de una forma más activa en asuntos que están más allá del Extremo Oriente. Quiere cooperar con países de América Latina, África, Asia, aquellos países que hasta ahora no han podido prosperar en gran parte debido a la presión de los países occidentales. Argentina es uno de ellos.
La intervención sobre las Malvinas, Ucrania y Oriente Medio expresa que China quiere poner encima de la mesa todos los conflictos mundiales.
En tercer lugar, China está expandiendo su presencia militar en el extranjero. Anteriormente, no proporcionaba paraguas de seguridad a otros países. Ahora dice que el papel de Estados Unidos es contraproducente en muchos países de Asia, Oriente Medio y África.
(1) https://www.scmp.com/news/china/diplomacy/article/3224866/china-backs-argentinas-falklands-claim-calls-end-colonial-thinking
(2) https://www.express.co.uk/news/world/1783906/china-demands-UK-argentina-talks-falklands