A los que sostenemos que este Estado es fascista donde brilla la democracia por su ausencia, hechos como la decisión del Tribunal Supremo español de mandar repetir el juicio en la Audiencia Nazional a Otegi, que ya cumplió condena, y que fuera declarado nulo o improcedente por el Tribunal de Estrasburgo, parece darnos, una vez más, la razón en vez de quitárnosla.
O la penúltima diciendo que la libertad de expresión no ampara el ultraje a la bandera (española).
Pero tanta aberración antijurídica y burricie antipolítica nos mosquea. Nos pone alerta, en estado de alerta, haciendo un chiste malo. Aparte de la naturaleza vengativa del fascismo, o de unos magistrados podridos de furores antigubernamentales, ¿cabría pensar en alguna segunda, o tercera, intención en estas maniobras que atentan contra los más elementales derechos políticos burgueses donde nadie puede ser condenado dos veces por un mismo delito? ¿O que no pueda haber otro juicio si no es a instancia del interesado, Otegi en este caso ?
Tal vez veamos tres pies al gato, pero afirmaríamos que esa decisión está dirigida, no tanto a la parroquia españolaza y patriotera dándola algo de carnaza, como a la élite -hay que hablar en estos términos- de EHBildu. Pero no para atacar un proyecto independentista , que ya se ha visto domado y domesticado, sino por algo más hondo. Y es hacer ver a la dirigencia de Bildu, a la intelligentsia abertzale, que con Arnaldo Otegi de líder les va a ir mal pues arrastra represión y reproduce el discurso oficial de una Bildu «filoterrorista» y «proetarra».
Sin él, sin Otegi, que recuerda demasiado el pasado de los años del «terrorismo», todo sería más sencillo y expedito. No bastarían las innumerables muestras de arrepentimiento y genuflexión ante el poder, pues éste siempre les exigiría un gesto más, sino que tendrían que pensar en deshacerse del máximo jefe, de «jubilarlo», como hicieron ellos con el rey emérito. Ni le recordarían a Otegi su pasado como militante de ETA ni a Felipe VI un pasado franquista inexistente, como sí pasaba con su padre.
Tal vez los tiros vayan por senderos más llanos, como podría ser el ADN fascista del Régimen del 39, y no haya que enredarse tanto. Es posible. Pero, si algo hubiera de lo que atisbamos, compadecemos a Otegi que, de haberse comido una condena (seis años) por decirle a ETA que abandone las armas, que eso fue el juicio «Bateragune», como ya se reconoce abiertamente ahora, de «hacer política» en el sentido que entiende el fascismo, esto es, la apariencia, y participar en sus instituciones inoperantes, o sea, rellenar un vacío democrático secular, se vea en un futuro inmediato, Otegi decimos, descabalgado por su gente del machito abertzale y dando conferencias. Cosas más raras se han visto.