Tras varios meses de confinamiento, los cierres de restaurantes y bares agravan una situación ya muy precaria. La industria hotelera también se ve afectada, por supuesto, y algunos oportunistas lo ven como un chollo para apoderarse de negocios en dificultades.
En toda Francia hay 1.300 empresas en quiebra cuya actividad principal es la restauración y 77 en el sector de la hostelería. Es una ola de bancarrotas en la que hay gigantes de la restauración como Serare, con una facturación de 189 millones de euros. La cadena Courtepaille está en quiebra desde el 29 de julio y la acaba de comprar su competidor Buffalo Grill.
También hay gran cantidad de pequeñas empresas. En Mandelieu, Alpes Marítimos, la Voile Bleue se ha declarado en quiebra. “No noto ninguna prospección agresiva, probablemente porque la recuperación se activó hace diez días. Nuestro establecimiento tiene una ubicación importante en el puerto deportivo y siempre ha sido codiciado. El negocio ha sido más difícil en los últimos tres años. Durante dos meses, hace dos años, fui muy agresivo con los oportunistas, por las dificultades de mi negocio y mi edad. No se detuvo. Así que esto no es nada nuevo”, explica la propietaria, Maryse Bottero.
En el valle de Eclusiers, en Lorraine, el dueño de un restaurante se indignó en las redes sociales por la pelea por un comercio cerrado: “¡Hoy he recibido cuatro cartas proponiéndome comprar mi negocio y otras tantas en mi buzón!” La restauradora confirma la inflación de ofertas de recompra desde la crisis, aunque nunca había expresado ningún deseo de vender.
Nathalie Heckel, que dirige el Hotel Jeu de Paume en París, es más explícita: “Las ofertas son siempre por correo electrónico o por teléfono. Te prometemos que siempre estarás en casa. Son insistentes y se aseguran de tener clientes que buscan hoteles como el mío. Juegan al patetismo del estilo: ‘¿Tienes miedo por tus empleados? Te ayudaremos. Es conmovedor, por supuesto. Se presentan como salvadores, pero son buitres. Ofrecen tomar una participación pero aún así tienen una participación mayoritaria. Hoy en día hay más de ellos. Están buscando cadáveres para roer”.
Es la destruccion de la pequeña y mediana empresa. El acoso de los carroñeros de los monopolios de las grandes corporaciones. Eso nos demuestra, de nuevo, que esta sindemia, es un montage del capitalismo y sus crisis recurrentes. La anterior del 2008 se la encasquetaron a la quieba de Lerman Brothers y sus secuaces. Ahora a un bichito, que el pobre no llega ni a serlo. Somos idiotas si nos lo creemos.