Blancanieves y los 7 enanitos vuelven de la Casa Blanca

Lo del lunes en Washington es una escenografía difícil de digerir porque nadie sabe en qué condición se juntaron Ursula von der Leyen (Unión Europea), con Mark Rutte (OTAN), con Keir Starmer (verso suelto), Macron (?), Merz (?), Melloni (?) y el primer ministro de Finlandia (?), de cuyo nombre no quiero acordarme.

Hay quien cree que Blancanieves y los suyos escoltaban a Zelensky para que no estuviera solo frente a Trump y el protocolo así lo indica. El gringo primero transmitió al ucraniano lo que Putin le había indicado dos días antes y luego atendió a Blancanieves y los enanitos, posando para la foto de rigor como si la ceremonia quisiera ofrecer una imagen distinta.

Todo se hizo de cara a la galería; la reunión apenas duró una hora, el tiempo justo para hacer las fotos que encabezarían los noticiarios y transmitir las exigencias del Kremlin, que ya conocían de antemano y no han cambiado en absoluto. Ni siquiera aparece ninguna sonrisa, como suele ocurrir.

Sin embargo, las delegaciones se quedaron en la Casa Blanca, lo cual es totalmente irregular porque suele ocurrir al revés: normalmente los segundones son quienes preparan las cumbres para que los jefes firmen los acuerdos alcanzados. Pero si no hay nada que firmar, ¿para qué hacer el paripé ante las cámaras de la televisión?

Que hubiera dos cónclaves, o quizá tres, es indicativo de que las relaciones transatlánticas no van nada bien y si las fisuras se notan en la Unión Europea, en la OTAN es aún peor. En otras palabras, se han juntado en Washington porque hace años que no son capaces de tener una política común, especialmente con respecto Rusia y China. El objetivo del cónclave era demostrar a Washington se desacuerdo, llevando a Zelensky cogido de la oreja para demostrarlo.

El lunes en Washington, después del discurso de Zelensky, Trump concedió la palabra a su hijito Mark Rutte, cuyo papel no es posible calificar dentro el gazpacho de verduras que se juntó ayer en Washington. Tiene adjudicada la misión de mejorar la venta de armas de la industria de guerra estadounidense con su 5 por cien y la continuación de la Guerra de Ucrania es el mejor reclamo para ello.

Luego Trump concedió la palabra a Blancanieves, quien no consigue quitarse la mancha de la firma del acuerdo comercial más humillante de la historia de la Unión Europea. Hasta el primer ministro francés, Francois Bayrou, lo calificó de “sumisión”.

Pero lo mejor de todo es que Blancanieves y su Comisión Europea nunca han ocultado que una cosa (acuerdo comercial) va ligada a la otra (Guerra de Ucrania). Algunos medios europeos lo explican de la siguiente manera: el acuerdo comercial dejó en el aire una serie de flecos que la cumbre de Alaska podría obligar a replantear. Si Estados Unidos cede ante Rusia, la Unión Europea podría retro-ceder en materia de aranceles.

“Puedes ser mucho más poderosa que todos estos tipos”, le dijo Trump delante de las narices de los enanitos que la acompañaban, auténtico grupo de comparsas que ejercieron de figurantes en la reunión y, una vez más, acabaron pagando la factura.

La cumbre de Alaska ha mejorado las relaciones de Rusia con Estados Unidos y, de rebote, con su sicarios. Por ejemplo, con Corea del Sur, que recibirá a una delegación rusa en la cumbre de la APEC.

De igual manera, las sanciones económicas, cuyos efectos adversos, especialmente para la Unión Europea, son bien conocidos, deberían desaparecer gradualmente porque se prestan a todo tipo de chanchullos. A pesar del bloqueo Estados Unidos importó productos rusos esenciales mientras obligaba a los europeos a aplicarlas estrictamente. Si Estados Unidos levanta sus sanciones contra Rusia, es difícil imaginar que la Unión Europea pueda mantener las suyas.

Trump carece de medios para negociar con Putin, más allá de unos pocos acuerdos económicos y comerciales. No puede presionar militarmente porque le resulta absolutamente imposible. Estados Unidos está de retirada de gran parte de sus viejas zonas de influencia, especialmente de Europa.

Lo mismo les ocurre a Blancanieves y los 27 enanitos, que no son nada sin el apoyo militar de Estados Unidos, que es cada vez más oneroso, como se ha visto en la reciente negociación de los aranceles.

La Unión Europea no tiene futuro sin la Guerra de Ucrania

Los 27 enanitos europeos deberían celebrar la paz en Ucrania por todo lo alto, pero son quienes más se oponen a ella. Es una paradoja, ya que la Unión Europea ha pagado un precio mucho mayor por esta guerra que Estados Unidos. Incluso se podría decir que Estados Unidos ha manipulado descaradamente la guerra para saquear a sus vasallos, es decir, tanto a Ucrania como a los 27 enanitos.

Lo que empezó como una guerra entre Rusia y Ucrania ha acabado con un choque entre Estados Unidos y sus enanitos. Es el fin de la alianza transatlántica y de la OTAN.

Europa se enfrenta a un declive económico absoluto que, sumado a su fracaso exterior, abrirá una etapa de inestabilidad interna, que no van a poder seguir calificando como “auge de la ultraderecha” de manera indefinida.


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