Argos panoptes y la pandemia panóptica

“Hacerse dueño de los hombres no por esclavitud o fuerza, sino por la disposición que les rodea, de las impresiones que se les producen.
Su principio básico es la vigilancia, su elemento más arcaizante, la mirada. Sin embargo, lo que cobrará importancia no es la mirada directa de un hombre a otro, sino la noción abstracta de vigilancia. Lo novedoso del panóptico es pues la celosía que oculta al inspector a los ojos de los reclusos. No es ya una persona, sino la presencia. Presencia abstracta que se multiplica y se subdivide en muchas otras, porque no está “sólo en los ojos sino que está en la piel de uno mismo” (1)

Jeremy Bentham, seguro había leído lo suficiente sobre los mitos y leyendas de la antigüedad grecorromana cuando en 1787 acuñó el término Panóptico para diseñar arquitectónicamente cárceles, hospitales, escuelas, talleres… para vigilar sin ser visto. En la primera de las 21 cartas de las que se compone su tratado, La Inspección, dice: “Se puede estar castigando al incorregible, guardando el demente, reformando el vicioso, confinando el sospechoso, empleando el ocioso, manteniendo el desvalido, curando el enfermo, instruyendo el obrero en cualquier rama de la industria, o entrenando la raza creciente en el camino de educación: en una palabra, así se aplique a los propósitos de prisiones perpetuas, o el cuarto de muerte, o prisiones para el encierro, o penitenciarías, o correccionales, o fábricas, o manufacturas, o sanatorios, u hospitales, o escuelas”.

Con su propuesta, los vigilantes, con solo dos ojos, podían ver y controlar a decenas, centenas, de personas, y éstas saber que constantemente estaban vigiladas, al igual que Argos Panoptes, el monstruo de los cien ojos de la mitología griega, (el sirviente de los dioses que “todo lo ve y nunca duerme” -Pan: totalidad, mundo. Optes: mirada, ojos-). El panóptico arquitectónico se convirtió en una instalación para la dominación de forma permanente, un mecanismo de observación desde un lugar escondido vigilando constante y minuciosamente consiguiendo un conocimiento total sobre la actitud de los vigilados para verificar si un individuo se conduce o no como debe, si cumple o no con las normas impuestas, si se disciplina, si se arrepiente,… creando un auténtico terror como el expresado por Prometeo: “¡Argos me está mirando de nuevo! ¡Mantenlo alejado, oh Tierra! Tengo miedo cuando veo esa miríada de ojos” (Esquilo, Prometeo encadenado)

El invento de Bentham tomó forma emblemática a partir de 1932 en Cuba durante la dictadura de Gerardo Machado: “La vigilancia en las circulares era extrema y con muy pocos vigilantes. Un guardia penetraba por el túnel de las circulares y se situaba en la torre central, la cual termina en su parte más alta con una garita, de tal forma que el vigilante no es observado por los reclusos, ni ellos saben cuando éste los observa debido a la forma de construcción y los penados tampoco conocen cuando ocurre el cambio de guardia, por lo que es una vigilancia siempre alerta bajo la mirada oculta” (2).

Aunque en Cuba, durante la guerra de independencia, el general español Valeriano Weyler Nicolau impuso en 1896 la denominada “reconcentración” convirtiendo las ciudades controladas por el ejército colonial en inmensos campos de concentración en los cuales los “ojos” de los militares españoles querían controlar a los campesinos e impedir que éstos ayudaran al ejército mambí.

La proclama que daba inicio a la reconcentración decía: “Queda absolutamente prohibido, sin permiso de la autoridad militar del punto de partida, sacar productos alimenticios de las ciudades y trasladarlos a otras, por mar o por tierra. Los violadores de estas normas serán juzgados y condenados en calidad de colaboradores de los rebeldes”. Vigilancia, control y castigo que, salvando el tiempo y el espacio, tiene muchas similitudes con los denominados “confinamientos pandémicos” impuestos en multitud de países, cuyas consecuencias en las áreas alejadas de los centros del capitalismo mundial, han sido y son, miseria, hambre y desesperación de las gentes que sobrevivían de la llamada economía informal. Al parecer estas gentes son los modernos rebeldes o los colaboradores de los rebeldes, como decía Weyler. El historiador Raúl Izquierdo Canosa, autor de investigaciones sobre esta etapa de lucha del pueblo cubano, relata: “Cuando en los difíciles días de 1897 el alcalde municipal de Guines visitó a Weyler para exponerle las terribles condiciones en que se encontraban los reconcentrados en esa villa y solicitarle algunas raciones para impedir que continuaran muriendo de hambre, éste le respondió: ‘¿Dice usted que los reconcentrados mueren de hambre?’ Pues precisamente para eso hice la reconcentración” (3).

En diversos países se construyeron en el primer tercio del siglo XX multitud de panópticos para encarcelar a los transgresores de las normas establecidas, pero seguramente España se llevó la palma ya que disponía de este tipo de instituciones en Barcelona, Badajoz, Lugo, Madrid, Oviedo, Valencia y Vigo. Muchas más que en cualquier otro país.

Lo que Bentham no sabía es que su propuesta sería modernizada en el siglo XXI hasta un extremo tal, que el pobre Argos quedaría como un títere de feria en lugar de un héroe. Los millones de panópticos actualmente funcionando en todo el mundo a través de la arquitectura e ingeniería informática, los sistemas de detección vía satélite, las cámaras capaces de identificar rasgos físicos almacenados en gigantescas bases de datos tienen como única finalidad el control de la población y la modificación de su comportamiento. Y los modernos Argos Panoptes, leales servidores de los modernos dioses, aunque sólo tengan dos ojos físicos, disponen de miles de ojos virtuales y al igual que en los panópticos carcelarios, nadie los ve, pero todo el mundo sabe que está observado.

“En primer lugar, encontramos la ciencia al servicio del poder… Lo fundamental es que el sujeto se sienta vigilado y, en función de ello, actúe según esperan los resortes del poder” (4).

Esta ciencia, como otras ciencias, si bien es cierto que podrían utilizarse para conocer y reprimir en todo momento los fraudes fiscales, las evasiones de capital, la explotación de los emigrantes jornaleros del campo, los tráficos de drogas, los tráficos de personas, las redes de prostitución, los sobornos a funcionarios, la corrupción política… La ciencia y los encargados de ponerla en funcionamiento a través de la técnica, la usan para determinar quién asiste a una manifestación, quién plasma una opinión contraria al poder establecido en internet, quién camina por la calle sin bozal, quién sin disponer de techo ocupa una vivienda vacía propiedad de un banco, quién sin recursos “pincha” la electricidad, quién…

Michel Foucault, en Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisión (1975), dedica el capítulo tercero al panóptico desde la mirada de finales del siglo XX, y es recomendable su lectura en estos momentos de legislaciones represivas e imposiciones irracionales con la excusa de una pandemia como trasfondo tal como define Jaime Chuchuca. “El poder está experimentando los efectos del Estado policíaco mundial ad hoc, físico y virtual, de dominio coactivo, pero también de consenso autocoactivo, porque se precisa la limitación de la libertad por la sobrevivencia. El panóptico pandémico es el síntoma de la crisis y se destruirá también por ella” (5).

Una trilogía compuesta por “Pandemia, Crisis, Panóptico”, la cual es invisible pero determina el que hacer y el que pensar de cientos de millones de personas está instalada, como si fuera el Olimpo, en lugares inaccesibles, ya sea un organismo internacional, una corporación industrial o un satélite artificial, desde los cuales pueden monitorizar cualquier movimiento susceptible de poner, aunque sea en entredicho, la pandemia, la crisis y la vigilancia panóptica. Y de forma irresponsable, los propios vigilados regalan miles de informaciones a través de sus teléfonos móviles que quedan todas registradas en las bases de datos de los modernos Argos, los cuales pueden utilizarlas en cualquier momento sin que el vigilado sea consciente ni haya dado autorización para ello.

Las llamadas Leyes de Protección de Datos, tan utilizadas para esconder los enormes sueldos y gratificaciones de los altos funcionarios de los servicios públicos (como en la corporación de Transportes de Barcelona) o de los “cargos de confianza” de distintos organismos políticos, o de los dirigentes de las grandes centrales sindicales y partidos políticos, o de los miembros de los consejos de administración de las grandes corporaciones, o de las amantes del rey emérito; por el contrario, son vulneradas cotidianamente por lo que respecta al resto de mortales a través del panóptico digital.

Hasta el momento de la llamada tercera revolución industrial en el último tercio del siglo XX, con la masiva introducción del “Chip” en todos los procesos industriales, de servicios i en las ciencias sociales, es decir, durante el sistema impuesto después de la segunda parte de la guerra mundial, imperaba en los países llamados industrializados, la sociedad del espectáculo a imagen del “Panem et circenses” del imperio romano: grandes espectáculos musicales, deportivos, teatrales, políticos, religiosos… junto a unos ingresos más o menos decorosos del proletariado primermundista y unos sistemas de asistencia social para los más desfavorecidos. Entre el entretenimiento y la barriga llena, el concepto de explotación y alienación iban perdiendo adeptos, aunque en otras partes del mundo la situación era radicalmente distinta. Era la eficacia del capital sobre el proletariado industrial, era la paulatina desaparición del internacionalismo proletario.

Pero un sistema que vive en crisis permanente, es decir, en reestructuración permanente, y la parte del pastel que se distribuía, cual anona romana, entre el proletariado de los países de los centros imperialistas es cada vez menor, ya no bastan los espectáculos para acallar las voces de protesta, ya no bastan cuando cientos de miles de personas se han visto privadas de su vivienda y de sus fuentes de ingresos. Puede acontecer que se inicien desde diversos lugares focos de protesta, de airada protesta, tal vez de solapada revuelta, tal vez de organización social. ¡Cuidado, peligran los beneficios! ¿Qué hacer?

La pandemia no se sabe todavía con certeza a que obedece, ni su origen, ni si es pandemia, pero lo que sí es cierto y comprobable son los enormes beneficios de las grandes corporaciones internacionales del mundo digital, que a su vez están emparentadas con los conglomerados químico-farmacéuticos y con los medios de comunicación de masas. Y las corporaciones industriales, también es cierto y comprobable, que bajo el manto de la pandemia están reestructurando sus capacidades productivas a nivel mundial.

Pero todo ello queda en segundo plano, pues los medios de comunicación solamente hablan de infectados, sintomáticos, asintomáticos, testados, en una vorágine sin precedentes de medias verdades, muchas mentiras, y muchas censuras. A su lado la resurrección del héroe en la mitología griega: Argos Panoptes, el gigante de los cien ojos que ha cambiado de apariencia convirtiéndose en cámara fotográfica y de video, con ojos ultravioleta, infrarrojos, cromáticos,… que se vehicularán vertiginosamente por el 5G, teniendo por aliado los servicios de inteligencia, las bases de datos, las policías y los incautos que hacen coro, al igual que en las tragedias griegas.

Tal vez debería hacerse un llamamiento a modernos Hermes informáticos que no estén al servicio de los dioses, sino del proletariado, para acabar con los Argos Panópticos al servicio del Poder, para conseguir que millones de ojos de millones de personas vigilen y controlen a unos pocos miles de vigilantes y a los científicos que están al servicio de éstos.

“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera»
Pablo Neruda

(1) http://www.bib.uia.mx/tesis/pdf/014525/014525_03.pdf
(2) https://www.ecured.cu/Presidio_Modelo_(Isla_de_la_Juventud
(3) https://www.ecured.cu/Reconcentraci%C3%B3n_de_Weyler
(4) https://revistaqdc.es/del-panoptico-moderno-a-la-vigilancia-liquida-de-la-posmodernidad/
(5) Jaime Chuchuca Serrano. Abogado, licenciado en Filosofía y magíster en Sociología. Actualmente, docente de la Universidad de Cuenca. 25 Marzo 2020

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