Según el diario británico The Guardian, nueve objetos arqueológicos procedentes de Libia, Siria y Yemen se encontraron en almacenes en el puerto de Ginebra.
Seis de ellos, fechados desde el siglo IV a.n.e. hasta el siglo III d.n.e. llegaron a Suiza desde Qatar y al menos uno de los restos fue enviado desde los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
Tres de los restos provienen de Palmira, la ciudad Patrimonio Mundial que tras caer en manos del Califato Islámico en mayo de 2015, fue liberada en marzo de 2016 por las fuerzas sirias.
Además, hay cinco piezas arqueológicas procedentes de Yemen y una de Libia. Entre los objetos confiscados destaca la cabeza de Afrodita y dos bajorrelieves funerarios.
Según la fiscalía de Ginebra, estas piezas arqueológicas fueron almacenadas en los puertos francos entre 2009 y 2010 hasta que en abril de 2013 un control de la administración federal de aduanas sospecharon que eran de procedencia ilegal.
Dichos objetos se conservarán temporalmente en el Museo de Artes e Historia de Ginebra, hasta emitir una resolución de reenviarlas a sus países de origen, informó el representante de la Fiscalía General suiza.
El expolio arqueológico de Oriente Medio comienza con la campaña de Napoleón contra Egipto, que en el siglo XIX llenó los museos europeos de piezas robadas. Los aventureros, arqueólogos, científicos, eruditos, astrónomos, médicos, botánicos, escritores, impresores y orientalistas, formaron parte de un saqueo, que en toda la época colonial alcanzó proporciones gigantescas.
La arqueología se convirtió en una gran negocio y los diplomáticos fueron sus mercachifles, abasteciendo los grandes museos y mercados europeos de Antigüedades y tesoros, muchos de los cuales resultan destruidos. Películas de Hollywood como “Indiana Jones” hicieron una apología abierta del robo y el saqueo colonial de las riquezas de Oriente Medio.
Cuando en 2003 Bagdad cayó en manos de los imperialistas estadounidenses, vaciaron el Museo Nacional de Iraq para vender los restos arqueológicos más imoportantes que la humanidad conserva de sí misma.
Según Interpol y Scotland Yard, el mercado de arte robado y de antigüedades expoliadas representa una cifra astronómica de dólares y constituye la segunda gran fuente de criminalidad organizada tras el tráfico de drogas. Lo que la policía no dice es que los tesoros se roban en oriente y se compran en este “occidente” tan maravilloso al que tanto alaban.