La banca española ya sabe cuál es la hoja de ruta que ha diseñado el Banco Central Europeo (BCE) para los próximos meses. El supervisor europeo se lo ha hecho saber en los últimos meses: una de las vías para frenar la crisis económica son las fusiones para recortar costes, sobre todo los grupos que lleguen más justos.
Quien no encuentre un aliado de manera voluntaria este año podrá ser forzado a fusionarse el que viene.
Los bancos que más se repiten en las quinielas son Sabadell, Bankia, Liberbank y Unicaja, aunque la magnitud de la crisis que está por llegar puede meter en la ecuación jugadores sorpresa.
Ha habido intentos por parte del BCE y del Banco de España de que se aceleraran las negociaciones en agosto, aprovechando la calma del mercado. Pero las entidades no se fían las unas de las otras y quieren ver cómo impacta la crisis en la morosidad antes de embarcarse en concentraciones de capital. Lo que no impide que en el sector financiero se dé por hecho que se verá alguna operación defensiva antes de final de año.
Frente a estas reticencias iniciales, el BCE tiene varios ases bajo su manga con los que forzar uniones. El primero fue el test de estrés interno que realizó antes de verano, cuyos resultados se dieron a conocer de forma agregada pero no entidad por entidad, ni siquiera por países. Lo poco que se conoció dejaba claro que va a haber entidades con tensiones de capital a consecuencia de la crisis económica.
El año que viene los test de estrés serán públicos y se darán a conocer en el momento en que ya estará aflorando la morosidad, hasta ahora contenida por las moratorias y las líneas de avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO).
Es posible que en los próximos test de estrés se llegue al extremo de tener que intervenir algún banco. Se pondría sobre la mesa la posibilidad de recurrir a una recapitalización preventiva, sin necesidad de pasar los temidos procesos de resolución, como ocurrió con Banco Popular.