Ningún estadounidense ha sido más adulado por los medios de intoxicación en la “era covid” que Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y consejero principal de la Casa Blanca. Desde principios de 2020 los medios de comunicación rodearon a Fauci de una aureola empalagosa.
Pero la semana pasada, el intelecto de Fauci se desvaneció. Los medios de comunicación cargan contra el cabecilla de la pandemia y después de su dimisión en el próximo mes de diciembre, las críticas se multiplicarán. “Del árbol caído todos hacen leña”, dice el refrán.
Un juez obligó a Fauci a responder a las preguntas de dos fiscales que preguntan por el papel de “docenas de funcionarios federales en al menos 11 instituciones federales” en la supresión de “escritos, puntos de vista y contenidos desfavorables en las plataformas de medios sociales”. La querella afirma que la “guerra contra la desinformación” ha demolido la libertad de expresión de los estadounidenses.
Fauci fue interrogado por el fiscal de Missouri, Eric Schmitt, y el fiscal de Luisiana, Jeff Landry. Landry calificó a Fauci como el hombre que destrozó la economía basándose en una supuesta “ciencia”. Pero “en el transcurso de siete horas, descubrimos que no puede recordar prácticamente nada relacionado con su respuesta al covid”, dijo Landry.
El fiscal de Missouri, Schmitt, dijo que cuando Fauci hablaba, las redes sociales censuraban todo lo demás. La querella seguirá sacando a la luz los tejemanejes y las mayores bombas están aún por llegar.
La transcripción no se ha hecho pública, pero han salido a la luz algunos fragmentos. “Tengo un trabajo diurno muy ocupado dirigiendo un instituto de 6.000 millones de dólares. No tengo tiempo para preocuparme de cosas como la Declaración de Great Barrington”, dijo Fauci. Sin embargo, menos de dos semanas después de la publicación de la Declaración, Fauci envió un correo electrónico a Deborah Birx, su peón en la Casa Blanca: “Me he manifestado públicamente con mucha firmeza en contra de la Declaración de Great Barrington”. Fauci hizo múltiples entrevistas en los medios de comunicación fustigando cualquier sugerencia de que los confinamientos eran innecesarios para contener ninguna pandemia.
Fauci forma parte de una casta de científicos que se creen con derecho a gobernar las vidas de los demás. Durante la pandemia dijo que sus críticos están “criticando realmente la ciencia porque yo represento a la ciencia”. Siempre se comportó como si la burocracia sanitaria mereciera poderes omnímodos. Cuando en abril un juez anuló las mascarillas obligatorias para los viajeros de avión, Fauci respondió: “Eso es competencia de los CDC, no debería haber sido un asunto de los tribunales”.
Este charlatán de las seudociencias ha dado más piruetas que un trapecista de circo. A principios de 2020 se burló de la idea de que las mascarillas evitarían la transmisión del “covid” y luego se subió al carro contrario. En mayo de 2021 dijo que los vacunados no transmitían el “covid”, una afirmación que siguió repitiendo mucho después de que las pruebas la desmintieran. Se opuso a la vacunación obligatoria hasta que luego la avaló.
En agosto Fauci declaró que los confinamientos no habían dañado a nadie. Pero los intentos de suicidio de los jóvenes durante el primer año de confinamiento aumentaron un 51 por cien. El aislamiento forzoso hizo que muchas más personas se deprimieran y contribuyó al aumento del 25 por cien de las muertes relacionadas con el alcohol en 2020 y al récord de muertes por consumo de drogas. La Oficina Nacional de Investigación Económica estimó que los estadounidenses sufrieron un exceso de mortalidad no relacionada con el alcohol durante 2020 y 2021 que acabó con la vida de 171.000 personas. Muchas de esas muertes son “daños colaterales“ de los confinamintos y otras restricciones sanitarias impuestas durante la pandemia.
Se avecina cabeza de turco, para depurar responsabilidades de cara a la ‘galería’ ..?