Dmitri Medvedev |
En la reunión participaron los miembros del denominado “Grupo Internacional de Apoyo a Siria” y, además, del cese de las hostilidades y el relanzamiento de las conversaciones de paz, comprende el freno a la ola de refugiados que cruzan la frontera de Turquía y la asistencia humanitaria a las poblaciones cercadas.
Kerry mencionó la dramática situación en la que se encuentran los civiles en la zona este de Deir Ezzor, donde las fuerzas leales al gobierno se encuentran cercadas por el Califato Islámico.
Además de Kerry, en la rueda de prensa posterior a la reunión participó también Serguei Lavrov, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, quien dijo que el acuerdo es un primer paso para un alto el fuego permanente.
El acuerdo alcanza a las dos partes, es decir, tanto al gobierno de Damasco como a la llamada “oposición”, pero no a dos de las organizaciones contendientes: el Califato Islámico y el Frente Al-Nosra, a las que se considera fuera de las negociaciones.
Sobre el terreno la repercusión más importante es el fin de los intensos bombardeos rusos sobre Alepo y el cese de la ofensiva del ejército regular para tomar la ciudad, que se habían convertido en la causa más importante del fracaso de las conversaciones de Ginebra.
Las negociaciones se reanudarán el 25 de febrero, pero a partir de ahora, dijo Lavrov, no habrá ninguna clase de ultimátums ni precondiciones, lo cual significa que Bashar Al-Assad no va a abandonar el gobierno, al menos de una manera inmediata, como exigía la “oposición”.
Este giro inesperado se produce en el negro contexto de una guerra mundial desatada como consecuencia de las amenazas turcas y saudíes de llevar tropas a Siria. Esa perspectiva hizo reaccionar al Primer Ministro ruso Dmitri Medvedev en una entrevista concedida al diario alemán Handelsblatt, que no dejó lugar a dudas: “Hay que forzar a todas las partes a sentarse en la mesa de negociaciones, en lugar de desencadenar una nueva guerra mundial”.