Una vez más, la Comisión Europea y los estados miembros intentan imponer un control que rompe el cifrado en línea en nombre de la lucha contra la pornografía infantil en línea, un rastreo conocido coloquialmente como “Chat control” y que en los laberintos de Bruselas presentan como CSAM (Cyber Security Assessment and Management, Evaluación y Gestión de la Ciberseguridad).
Desde el 1 de julio Dinamarca ocupa la presidencia rotatoria del Consejo Europeo. Su gobierno ha sido un firme partidario del registro de imágenes y el control de los mensajes de texto en anteriores reuniones del Consejo Europeo, y mencionó el reglamento por su nombre en su lista de prioridades a seguir en su presidencia del Consejo durante los próximos seis meses.
En la pedofilia, la pornografía infantil y los derechos de los niños han encontrado un buen pretexto para vender a los medios de comunicación.
Algunos Estados miembros ya han introducido versiones de la regulación del cifrado, como Austria. A principios de julio, el parlamento de Viena aprobó una ley de vigilancia que permite a la policía interceptar mensajes cifrados infiltrando aplicaciones informáticas (“troyanos”) en los móviles de los usuarios, una práctica que antes sólo utilizaban los piratas.
Francia y Suecia están debatiendo normas similares que obligan al destape de los proveedores de redes privadas virtuales (VPN). España siempre se ha caracterizado por perseguir el cifrado de extremo a extremo, formando un bloque de 15 estados miembros que previamente votaron a favor de permitir que las puertas traseras entraran en los servicios de cifrado.
Reino Unido, que actualmente se enfrenta al ridículo e indignación por su plan de verificación de la edad en línea, ha utilizado órdenes judiciales secretas para obligar a empresas como Apple a introducir puertas traseras en sus servicios cifrados de iCloud.
En respuesta, la empresa desactivó sus servicios de protección de los datos personales de sus usuarios en Reino Unido, dejando su información vulnerable no sólo al fisgoneo del gobierno, sino también a los piratas que apuntan a los dispositivos de Apple.
La coartada son los niños
El próximo debate del Consejo Europeo y la votación sobre “Chat control” tendrán lugar el 14 de octubre. Los caciques daneses intentarán convencer a Polonia y Países Bajos para que cambien su voto.
En junio del año pasado, cuando se dirigía a la cumbre del 20 aniversario de los Supervisores Europeos de Protección de Datos, la vicepresidenta de la Comisión Europea, Vera Jourova, admitió que con la norma CSAM “los mensajes cifrados pueden romperse por el bien de una mejor protección de los niños”.
El 23 de julio durante una conferencia de prensa en Copenhague al margen de una reunión informal de ministros europeos de Justicia e Interior para fijar la agenda de la presidencia, el ministro danés de Justicia, Peter Hummelgaard, se explayó a gusto con la misma demagogia: la defensa de los menores indefensos frente de los depredadores sexuales.
Las víctimas de los delitos son niños y tras la defensa del derecho a la intimidad es esconden los partidarios de la pedofilia, la pornografía, el terrorismo, el tráfico de drogas….
Si el reglamento se aprueba en su forma actual, la policía podrá obligar a los proveedores de mensajería cifrada a registrar los contenidos en tiempo real para evitar una denuncia. Eso significa entrometerse en correos electrónicos, aplicaciones de mensajería, VPN, bases de datos y archivos en servidores que hasta ahora eran seguros. La norma alcanza a cualquier imagen, audio, enlace o material relacionado con la explotación sexual o cualquier delito en general.
Su alcance dependería de la adaptación del reglamento por parte de cada país miembro y, al final, ocurrirá lo de siempre: la represión política utiliza un pretexto con una finalidad determinada que se acaba aplicando en cualquier otro terreno.
Yal Ossowski https://www.euronews.com/next/2025/08/08/return-of-chat-control-something-is-rotten-in-the-state-of-denmark
Descubre más desde mpr21
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.