Alemania, la tercera economía más grande del mundo, registra su segundo año sin crecimiento. El PIB alemán ya se ha contraído un 0,3 en 2023 y un 0,2 por cien en 2024. La patronal alemana, BDI, prevé que la producción industrial en Alemania vuelva a caer un 0,5 por cien este año. Sería la cuarta caída consecutiva, tras una disminución del 4,8 por cien el año pasado y la caída de la producción en los dos años anteriores.
Según una encuesta realizada el año pasado, una de cada dos empresas quería reducir sus inversiones en Alemania, y casi la misma cantidad planeaba recortar empleos. Sin embargo, el sector industrial es uno de los principales empleadores del país, principalmente el de la construcción de maquinaria (1.151.175), seguido de la fabricación de productos metálicos (877.603).
Las empresas industriales, como el fabricante de motosierras Stihl, amenazan con reubicar sus fábricas, el Bundestag anunció en junio que apoyaría a la industria nacional con una reducción gradual del impuesto de sociedades, del 15 por cien actual al 10 para 2032.
El país se ve particularmente afectado por la guerra comercial debido a su economía altamente dependiente de las exportaciones, y Estados Unidos es su principal mercado.
Si bien el importe de los aranceles aplicados a los productos europeos con destino a Estados Unidos aún se está negociando, Alemania ya está empezando a sentir los efectos de las políticas proteccionistas de Trump. Según datos publicados a principios de julio por la Oficina Federal de Estadística (Destatis), las exportaciones alemanas a Estados Unidos ya habían disminuido un 13,8 por cien en mayo de este año en comparación con el año anterior.
China ha devorado la industria automotriz alemana
Alemania no puede competir con China en ningún mercado. Hace algunos años temía una invasión de coches chinos a bajo precio, luego llegaron los vehículos eléctricos y ahora las empresas de componentes: neumáticos, parabrisas… Las piezas de los vehículos alemanes las fabrican empresas de capital chino.
En 2012 la empresa proveedora más importante del mundo de sistemas de cierre de puertas para automóviles, la alemana Kiekert, fue adquirida por Norinco, concretamente por un grupo de tres empresas chinas encabezadas por Lingyun, una filial de la empresa pública china.
En 2011 Kiekert vendió más de 41 millones de sistemas de cierre de puertas en todo el mundo a prácticamente todos los fabricantes de automóviles, con una facturación de más de 500 millones de euros, 850 patentes, cuatro plantas de producción en todo el mundo, además de su sede en Alemania, y 4.000 trabajadores.
Por su parte, Lingyun cuenta con 10.000 trabajadores, 40 fábricas en China y unos 700 millones de dólares en ingresos. Es una empresa del gigantesco holding Norinco, que genera unos ingresos de 7.300 millones de dólares al año.
Fue la quinta compra de una gran empresa europea por parte de una empresa china en menos de diez meses. El fenómeno comenzó con la especialista en resina sintética SaarGummi (*), que se convirtió en parte del grupo chino CQLT. La empresa austriaca Preh, uno de los principales fabricantes mundiales de electrónica de a bordo, también fue adquirida por empresas chinas; otra empresa austriaca, KSM Casting, que fabrica componentes de motor y cajas de cambios, pasó a ser propiedad de CDWM, mientras que Sellner, especialista en interiores de automóviles, pasó a estar bajo el control de la empresa china NBHX.
(*) Además de las empresas automotrices, las resinas sintéticas, resinas de poliéster o resinas epóxicas se utilizan en diversas industrias, como la construcción y los astilleros navales por sus propiedades adhesivas y resistentes.
Descubre más desde mpr21
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.