¿Que significan entonces los ataques de Estados Unidos contra Siria?, pregunta Fisk, quien encuentra al Pentágono más preocupado por combatir a Al-Assad que a los terroristas.
Lo mismo asegura de Israel que ha bombardeado a los sirios y a Hezbollah, pero no ha disparado un solo tiro contra los terroristas.
Por otro lado, continúa Fisk, es ilustrador que la prensa occidental se escandalice por el empleo de armas químicas por parte del ejército regular, mientras guarda silencio sobre los crímenes que siguen cometiendo los yihadistas contra los civiles en las regiones que siguen bajo su control.
El corresponsal cree que es posible que haya un acuerdo entre los estadounidenses y los rusos para que mientras las FDS toman Raqqa, el ejército regular sea quien capture Deir Ezzor.
En dicha localidad hay 10.000 soldados sirios que llevan cuatro años cercados. Si el ejército pudiera romperlo, sería un triunfo muy importante porque podría utilizar a la guarnición para continuar la guerra en otros frentes.
El ejército sirio tiene prisa por capturar Deir Ezzor por una razón: la derrota del Califato Islámico simultáneamente en Mosul y Raqqa puede conducir a que los huidos traten de asaltar la ciudad para instalarse de nuevo en ella.
Fisk también analiza las nuevas alianzas que están cambiando el mapa de Oriente Medio, donde los kurdos cuentan con el apoyo de Arabia saudí y Emiratos Árabes Unidos, además de los imperialistas, para despedazar a Siria. Un enviado emiratí ha visitado Rojava muy recientemente e informaciones no confirmadas hablan de que otro enviado saudí también se ha entrevistado con dirigentes kurdos del PKK-PYD.
Sus estrechos vínculos con los países del Golfo dejan en muy mal lugar el esperpento de “confederalismo democrático” que los kurdos pretenden para Rojava, donde quieren destacar —entre otras propuestas— el nuevo papel que la mujer tiene reservado. Si es eso lo que pretenden, los jeques del Golfo son los peores consejeros que podrían buscar.