Siete personas que recibieron la vacuna de AstraZeneca han muerto por coágulos de sangre en el Reino Unido, de un total de 30 casos identificados hasta ahora, según informó ayer la agencia británica de medicamentos (MHRA).
De los 30 casos registrados hasta el 24 de marzo inclusive, siete han muerto, dijo el MHRA en un comunicado. El organismo regulador dijo que había recibido informes de 22 casos de trombosis venosa cerebral y otros ocho casos de trombosis asociados a una deficiencia de plaquetas, de un total de 18,1 millones de dosis administradas.
“Nuestra revisión minuciosa de estos informes continúa”, dijo la directora de la MHRA, June Raine, en el comunicado, señalando que no se habían notificado casos similares para la vacuna de Pfizer, de la que también se han inyectado varios millones de dosis.
La vacuna de AstraZeneca, desarrollada con la Universidad de Oxford, ha sido objeto de sospecha en varios países tras los graves casos de coágulos de sangre, varios de ellos con resultado de muerte. Algunos países han decidido dejar de administrar la vacuna a los niños menores de cierta edad, como Francia, Alemania, Suecia y Canadá.
Noruega y Dinamarca han tomado una decisión más radical al suspender por completo la vacuna por el momento. En marzo la empresa AstraZeneca aseguró que no había “ninguna evidencia de aumento del riesgo”. El miércoles, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) insistió en que “no se había demostrado ninguna relación causal” entre estas trombosis y la vacuna, pero que era “posible”.
No obstante, la EMA admitió que “se están realizando nuevos análisis”, antes de tomar una nueva decisión la semana que viene.
La EMA se columpia. A mediados de marzo dijo que la vacuna de AstraZeneca era “segura y eficaz” y que “no estaba asociada” a un mayor riesgo de trombosis. “La semana pasada las pruebas no eran lo suficientemente claras”, comentó Paul Hunter, microbiólogo médico de la Universidad de East Anglia.
“Sin embargo, como ahora estamos viendo que la misma enfermedad se produce después de las mismas vacunas en diferentes grupos de población, creo que es más probable que las pruebas apunten a la vacuna de Oxford-AstraZeneca como la causa.
Incluso si se demostrara, el riesgo seguiría siendo “muy pequeño”, continuó, casi como te toque el gordo en la lotería, con la diferencia de que una cobaya totalmente sana puede irse al cementerio de cabeza.
¿Puedo preguntar a Juan Manual Olarieta (si es que le llega por aquí) cómo hace para leer en tantos idiomas? Lo digo por la bibliografía de su magnífico artículo sobre Lysenko en el que aparecen libros ¡en inglés y en francés e incluso en alemán!