En 1968 otro golpe de Estado patrocinado por la CIA devuelve al poder al Baas, encabezado por el general Ahmed Hassan Al-Bakr. El objetivo confesado del golpe es acabar con los movimientos guerrillero en el sur del país, entre ellos los comunistas. A la sombra de Al-Bakr comienza a trepar su primo Saddam Hussein, que dirige el aparato represivo. Sus galones los ganó torturando a los comunistas en las cárceles. Aunque no hizo ni el servicio militar, en 1976 le nombran general de cuatro estrellas. Dos años antes el franquismo le otorga la Gran Cruz de Isabel la Católica y en 1978 la transición hizo lo mismo: le dió el Collar de la Orden del Mérito Civil.
A partir de 1973, con la guerra del Yom Kippur, el alza del precio del petróleo pone mucho dinero a disposición de la misma política pendular, típica del nacionalismo sin rumbo, tanto con respecto a la URSS, como con respecto al propio Baas, dividido en varias facciones enfrentadas. El Baas busca un buen lugar dentro del imperialismo. Al mismo tiempo despliega una retórica “antimperialista” vacía y utiliza a la URSS, al Partido Comunista y al petróleo como instrumentos de presión.
Una parte de las gigantescos beneficios petroleros se invierte en grandes infraestructuras, como la central nuclear de Tamuz, un diseño francés que luego el imperialismo utilizaría como prueba de la existencia de “armas de destrucción masiva”.
Tras rechazar una oferta de autonomía por parte del gobierno central, en 1974 los kurdos desatan una guerra con el apoyo de Estados Unidos, Israel y el Sha de Irán. Promoviendo esta guerra el imperialismo trata de impedir el rearme de Irak, evitando que se convierta en la cabeza del mundo árabe. Saddam reacciona llegando a un acuerdo con el Sha en Argel en 1975. El levantamiento kurdo es aplastado brutalmente.
En 1979 cae el Sha en Irán y los chiítas se hacen con el poder en Teherán. Al mismo tiempo la URSS despliega sus tropas en Afganistán y el imperialismo reactiva el yihadismo como un instrumento de guerra para controlar Oriente Medio. Para ello utiliza a Arabia saudí y Pakistán, que quieren convertir a sus respectivos países en potencias regionales. Arabia saudí trata de contrarrestar la influencia chiíta (Irán, Hezbolá, Hamás) con el wahabismo, financiado con las crecientes rentas del petróleo. El 6 de diciembre de 1993 el diario británico The Independent publicó una entrevista con Bin Laden para lavarle le cara: después de luchar contra los soviéticos en Afganistán, Al-Qaeda ponía sus fuerzas en el camino de la paz (*).
El islamismo pasó de Afganistán a Chechenia y luego a los Balcanes (Bosnia y Kosovo). La CIA, el MI6, soldados británicos de operaciones especiales y empresas privadas de seguridad armaron y adiestraron al UCK en Kosovo. Posteriomente el departamento de Estado estadounidense le incluyó en la lista de organizaciones terroristas indicando que se financiaba con fondos procedentes del tráfico de heroína. También los wahabitas le financiaban, entre ellos Bin Laden. Un hermano de Bin Laden dirigía una unidad de la yihad egipcia y un lugarteniente suyo otra de UCK durante el conflicto de Kosovo.
(*) http://www.independent.co.uk/news/world/antisoviet-warrior-puts-his-army-on-the-road-to-peace-the-saudi-businessman-who-recruited-mujahedin-now-uses-them-for-largescale-building-projects-in-sudan-robert-fisk-met-him-in-almatig-1465715.html
Primera parte * * * Segunda parte
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