A finales de julio, Nancy Pelosi, Presidenta de la Cámara de Representantes, instó al Departamento de Estado a declarar a Rusia como un Estado patrocinador del terrorismo, al mismo tiempo que el Senado estudiaba una iniciativa similar.
“La resolución del Senado presentada por los senadores Lindsey Graham y Richard Blumenthal, no es vinculante, pero los senadores creen que tendrá un impacto en Blinken. Durante una visita a Kiev a principios de este mes, Graham y Blumenthal ofrecieron al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky una copia enmarcada de la resolución”.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso lo ha dejado perfectamente claro: “En este contexto, me gustaría aclarar la iniciativa legislativa que se está debatiendo en el Congreso para declarar a Rusia ‘Estado patrocinador del terrorismo’. Si esta iniciativa se lleva a cabo, significará que Washington ha cruzado un punto de no retorno, causando los daños colaterales más graves posibles a las relaciones diplomáticas bilaterales, incluso rebajándolas o rompiéndolas”, dijo la portavoz rusa Maria Zajarova.
Blinken se resiste a una decisión que podría obligarle a sancionar a los aliados de Estados Unidos que hacen negocios con Rusia y podría ahogar los últimos vestigios de diplomacia entre Washington y Moscú.
La cuestión es simbólica. El nivel de las sanciones impuestas a Rusia es equivalente al que sufriría al ser designada como Estado que apoya el terrorismo, por lo que no tiene sentido práctico. ¿Debemos o no romper todos los puentes, practicar la política de tierra quemada y destruir cualquier posibilidad de una relativa normalización de las relaciones internacionales? ¿Deben reducirse las relaciones internacionales a relaciones de confrontación durante los próximos años? Eso es lo que está en juego.
Los países sicarios de Washington ya se han embarcado en esta línea. El jueves el Parlamento letón calificó a Rusia de “Estado patrocinador del terrorismo”, cuyas acciones en Ucrania constituyen un “genocidio selectivo contra el pueblo ucraniano”, en una declaración publicada en su página web, inmediatamente acogida por Kiev.
Es muy posible que Estados Unidos actúe inicialmente a través de los países de Europa del Este, absolutamente colonizados, cuyas élites dirigentes están domesticadas. Esos países seguirán arrastrando a algunos países de Europa Occidental, los más impotentes, como España.
Lógicamente, el apoyo, la financiación, el adiestramiento y el armamento de los grupos neonazis en Ucrania, que cometen crímenes contra la población civil, no plantea ningún problema ni a Estados Unidos ni a sus sicarios europeos.