Vuelven los akelarres de la emergencia climática

El año pasado el Premio Nobel de Física recayó en John Clauser, que aparece en la foto de portada. Pronto demostró que es un científico que no tiene pelos en la lengua. Se pronunció contra la emergencia climática, el típico brindis al sol del que ningún medio se hizo eco porque va a contracorriente. Su posicionamiento no dejaba lugar a dudas: la doctrina del calentamiento es una seudociencia.

El linchamiento mediático no ha tardado en llegar. El Washington Post le ha dedicado dos artículos para “tirarle a la basura” (*). En la intoxicacion aparece, como no podía ser de otra forma, Michael Mann, el nuevo Torquemada, especializado en akelarres seudocientíficos.

Como hemos explicado en otras entradas, Mann es profesor de la Universidad de Pensilvania e inventor de la gráfica del “palo de hockey”, un fraude que pretendía ilustrar la evolución de las temperaturas en los últimos mil años.

Mann había contribuido a los estudios del IPCC y aspiraba a que le concedieran algún Premio Nobel por ello, aunque fuera el de la Paz. Pero en 2007 se lo dieron a Al Gore y el IPCC. Le sentó muy mal. En 2012 se fue a los tribunales para litigar contra la National Review para que le reconocieran como Premio Nobel. El comité sueco que lo concede lo negó y el IPCC hizo otro tanto. Una declaración oficial puntualizó que el Premio era para la institución y que sus miembros y coolaboradores individuales no se lo podían atribuir.

A los acádemicos celosos como Mann les llueven los escándalos. En 2009 su nombre apareció en el intercambio de correos electrónicos que reconocían los trucos utilizados por ciertos estafadores académicos para defender la doctrina del cambio climático y denostar a los que sostienen las tesis opuestas como “negacionistas”. Si las evidencias fácticas de la crisis climática son tan claras, ¿por qué tienen que recurrir a trucos?

A pesar de sus antecedentes, el Washington Post cita a Mann para “tirar a la basura” a Clauser por un motivo evidente: el silencio de los medios no impidió que el criterio de Clauser contra el calentamiento circulara ampliamente en las redes sociales, obligando al periódico a tomar cartas en el asunto.

Clauser afirma que no hay crisis climática y que el planeta no está en peligro. Además firma una declaración junto a varios cientos de científicos denunciando “una peligrosa corrupción de la ciencia”. En un mensaje dirigido a un grupo de jóvenes científicos surcoreanos les aconseja que sigan el método científico, basado en la observación y la experimentación.

Refiriéndose a la ciencia climática, señala que el mundo está “literalmente inundado, saturado de pseudociencia, mala ciencia, desinformación científica y desinformación”.

Los akelarres seudocientíficos se multiplican. Como explicamos en otra entrada, recientemente censuraron un artículo escrito por cuatro científicos italianos que criticaban abiertamente a dos de los organismos de la ONU (FAO y UNDRR) que predicen un número creciente de desastres de todo tipo a causa del calentamiento del planeta.

Mann y sus acólitos se burlaron de ellos porque se habían especializado en física nuclear, no en el estudio del clima. Los inquisidores cada vez tienen más trabajo porque cada vez hay más científicos incómodos que merecen arder en el infierno.

(*) https://www.washingtonpost.com/climate-environment/2023/11/16/john-clauser-nobel-climate-denial/
https://www.washingtonpost.com/opinions/2023/11/27/climate-change-science-should-come-climate-scientists/

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