El martes estaba previsto que en Nebraska, Estados Unidos, un condenado a la pena capital fuera ejecutado mediante una inyección letal. Pero el laboratorio alemán que fabrica los productos químicos que le iban a inyectar, Fresenius Kabi, no quiere que asocien su marca comercial con una ejecución y demandó judicialmente al Estado por utilizar ilegalmente sus productos.
La muerte por medios químicos se estrenó en 1982 en Texas y gradualmente ha ido reemplazando a la silla eléctrica y la cámara de gas. Pero los 31 Estados americanos que todavía practican la pena de muerte tienen cada vez más dificultades para obtener las sustancias letales. Muchos laboratorios prohíben el uso de sus productos para otros propósitos que no sean médicos.
Para evitarlo, los Estados garantizan la confidencialidad de sus proveedores, los buscan en el extranjero e incluso los compran ilegalmente, a pesar de lo cual cada vez les resulta más difícil ejecutar la pena de muerte por medios químicos.
Las inyecciones letales causan muchos dolores a los ejecutados y el derecho internacional prohibe infligir castigos “crueles o inhumanos”. En 2014 en Oklahoma un condenado no pudo la inyección y murió de una manera que no era la prevista por las normas legales: le dio un ataque al corazón 40 minutos después de la inyección.
En Estados Unidos ya no saben qué inventar para matar a sus convictos y, mientras los descubren, algunos han restablecido los métodos antiguos. Si bien la inyección letal sigue siendo el método más difundido (y el único autorizado por todos los Estados), los condenados a muerte pueden solicitar que se les ejecute de otra manera, pero en determinadas condiciones, como su estado de salud o la fecha de su condena.
Cinco de ellos, por ejemplo, todavía permiten el uso de cámaras gas. En Washington, los convictos que temen sufrir demasiado a causa de la inyección letal, pueden pedir que los ahorquen y Utah ha vuelto a poner en práctica el pelotón de fusilamiento. No se había prohibido nunca, pero se usaba cada vez menos.
En ocho Estados los presos todavía tienen la posibilidad de pedir la silla eléctrica. En los últimos meses ha aparecido un nuevo método, hasta ahora reservado para matar animales: la inhalación mediante una máscara de gas nitrógeno que priva a la sangre de oxígeno. Alabama anunció en marzo pasado que permitiría esta técnica de ejecución, uniéndose así a Oklahoma y Mississippi.
El 4,1 por ciento de las condenas a muerte que se ejecutan en Estados Unidos matan a personas cuya inocencia se demuestra posteriormente.