‘Una red de lavado de dinero ayuda a Rusia a eludir las sanciones’

El 21 de noviembre la policía británica publicó un comunicado afirmando que una vasta red de lavado de dinero que opera en Reino Unido compró el banco Keremet, de Kirguistán, para ayudar a Rusia a eludir las sanciones occidentales.

Ha creado titulares espectaculares para las noticias. “Por primera vez, vinculamos el narcotráfico con los niveles más altos de crimen organizado, geopolítica, evasión de sanciones, el complejo militar-industrial ruso y actividades relacionadas con el Estado”, declaró Sal Melki, subdirector de delitos económicos de la NCA (National Crime Agency), la central británica que “lucha contra el crimen organizado”.

El truco propagandístico no es nuevo. Reproduce una información del Tesoro de Estados Unidos del mes de enero, que ya señaló al banco con el dedo, pero sin orquestar una campaña de intoxicación como la británica.

Un mes antes, en diciembre del año pasado, la NCA habló de una primera fase de lo que calificaron como “la mayor operación contra el lavado de dinero en una década”. Detuvieron a 128 personas e incautaron más de 25 millones de libras esterlinas en efectivo y criptomonedas en Reino Unido.

La red de lavado de dinero utilizaba cientos de mensajeros en al menos 28 municipios btitánicos para recaudar dinero procedente de redes de narcotráfico, tráfico de armas e inmigración ilegal. Según la policía, el dinero se convertía en criptomonedas y se enviaba por todo el mundo.

Dos redes de habla rusa, conocidas como Smart y TGR, estaban en el centro del lavado de dinero, según la policía.

Durante la segunda fase del operativo, la policía descubrieron que parte del dinero blanqueado se transfería a través de un banco en Kirguistán, el Banco Keremet, que fue adquirido en secreto a finales del año pasado por Altair Holding SA, una empresa vinculada al dirigente de TGR, George Rossi.

El banco Keremet ayudaba a transferir el dinero a Promsvyazbank (PSB), un banco público ruso que financia a empresas, que a su vez la policía británica involucra en el complejo militar-industrial.

No hace falta ser un sabueso muy avispado para saber que se trata del “hawala” y los vetustos canales de cambistas de los que hablamos en el mes de marzo. Como en otros países, en Reino Unido esas redes  paralelas dependen de mensajeros (“hawaladars”) que recorren el país recogiendo bolsas de dinero en efectivo y cambiándolas por criptomonedas, a veces en gasolineras.

Para amplificar la campaña de intoxicación, la NCA desató una gran campaña en su contra de carteles y en línea en inglés y ruso, incluso en gasolineras, advirtiendo a los mensajeros del riesgo de largas penas de prisión por salarios relativamente bajos. “Aún hay otros [mensajeros] como ellos, y sabemos que debemos mantener la presión. Debemos seguir deteniendo a estas personas, procesándolas y castigándolas”.

La NCA no es una fuerza policial propiamente dicha, aunque muchos de sus funcionarios lo son. Colabora estrechamente con las unidades regionales contra el crimen organizado (ROCU), las fuerzas de policía locales y otros departamentos e instituciones públicas.

Los medios de comunicación lo llaman el “FBI británico”. Se creó en 2013 como un departamento gubernamental no ministerial y es el contacto de Reino Unido para centrales extranjeras de policía como Interpol, Europol y otras instituciones internacionales de seguridad.

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