Después de tres años de sanciones occidentales destinadas a aislarla, Rusia no solo se ha adaptado, sino que se ha convertido en el centro de una economía mundial paralela y eso se ha convertido en un serio problema para los países occidentales, ya que ha logrado construir una nueva arquitectura financiera.
La nueva arquitectura financiera permite transacciones que escapan al control de el control occidental. Hoy en día, más del 80 por cien de las transacciones comerciales de Rusia se realizan en rublos o en las monedas de países aliados, principalmente el yuan chino. Sin embargo, se estima que entre el 60 y el 70 por cien de esas transacciones se realizan en el marco de nuevos mecanismos financieros que siguen siendo en gran medida opacos a la supervisión occidental.
Las estrategias clave incluyen sistemas de pago alternativos con China y Turquía, el uso de “cuentas espejo”, “mezcladores” financieros y transacciones en criptomonedas. Rusia también ha recurrido a redes financieras informales, como el “hawala”, que funciona de manera parecida a Money Gram o Western Union, sin necesidad de tener una cuenta corriente abierta en un banco.
El sistema de transferencia “hawala” es un método tradicional de envío de dinero que se originó en el sur de Asia y el mundo árabe, probablemente hace más de mil años. Sigue en uso hoy en día, especialmente en regiones donde los sistemas bancarios habituales en Occidente no existen o no son fiables. Es un sistema informal basado en la confianza y en una red de corredores o intermediarios conocidos como “hawaladars”, que facilitan la transferencia del dinero sin necesidad de moverlo a través de una frontera.
Su funcionamiento es parecido a los establecimientos de envíos de dinero que proliferaron hace unos años en pequeños negocios, como locutorios telefónicos o agencias de viaje. El dinero se deposita en un lugar, que tiene un corresponsal cercano al domicilio del destinatario, que paga la suma convenida de manera inmediata, a cambio de una comisión que se reparten entre ambos intermediarios. La transacción es casi instantánea, a diferencia de los sistemas bancarios, que pueden tardar varios días.
El término “hawala” procede del árabe y está en la etimología de la palabra “aval”, que es sinónimo de “confianza”, que en cada país es distinta: los occidentales no se fían de un intermediario informal y el oriental no se fía de un banco.
Surgió en la India medieval y en el mundo árabe como una forma de financiar el comercio a larga distancia, como en la Ruta de la Seda. Para evitar los robos, las caravanas no transportaban oro ni plata físicamente. Con el tiempo, se extendió por Oriente Medio, el Cuerno de África y comunidades de la diáspora, como los inmigrantes pakistaníes o somalíes. En el siglo pasado se popularizó entre los trabajadores emigrantes que enviaban remesas a sus países de origen sin necesidad de “Bizum”.
En muchos países no está regulado. No requiere la identificación del emisario ni del receptor, ni deja rastro. Lo que se identifica mediante una contraseña es la transacción. Funciona sin contratos formales, apoyándose en redes familiares, locales o comunitarias donde el incumplimiento daña la reputación del “hawaladar”.
Las comisiones son mínimas, comparadas con bancos o servicios como Money Gram o Western Union, aunque los “hawaladars” se benefician de los cambios de moneda de un país a otro.
Con distintos nombres hoy el “hawala” sigue siendo común en lugares como India, Pakistán, Afganistán, China, Filipinas, Tailandia, Somalia o Emiratos Árabes Unidos. Mueve miles de millones de dólares anuales en remesas mundiales, especialmente en regiones afectadas por sanciones o guerras, donde los bancos no pueden operar fácilmente. Sin embargo, su anonimato también lo ha vinculado a actividades ilegales, como el lavado de dinero o la financiación del yihadismo.
En muchos lugares, como India, es tolerado o regulado como un sistema alternativo. En otros, como algunos países occidentales, opera en la sombra y hay muchos intentos de acabar con estas transferencias con el pretexto de su “regulación”. Para ello se han creado sistemas de control, como el Grupo de Acción Financiera (GAFI), que es un órgano intergubernamental para hacer frente al blanqueo de dinero (1). Para forzar la regulación, los medios vinculan el “hawala” al crimen y el lavado de dinero negro.
En Emiratos Árabes Unidos, el “hawala” está reguladado por el Banco Central. En Reino Unido, está regulado por HM Revenue and Customs. Ambos organismos han introducido normas que exigen que los “hawaladars” se inscriban en ellos y sigan las normas sobre la presentación de informes y el mantenimiento de registros.
Los canales de “hawala” mueven ingentes cantidades de dinero por el mundo, tanto limpio como sucio. En 2022 una red que operaba en la Costa del Sol fue desmantelada por la Europol después de lavar 200 millones de euros (2). Los principales miembros de la organización de transferencia de dinero en España habían creado una marca de vodka promovida en discotecas y restaurantes de la Costa para disimular la fuente de su dinero.
También crearon una empresa en Reino Unido, dependiente de una filial fantasma con sede en Gibraltar, que se utilizaba para ocultar las verdaderas identidades de quienes dirigían las empresas que se estaban utilizando para blanquear dinero utilizando la “hawala”.
(1) https://www.fatf-gafi.org/en/publications/Methodsandtrends/Role-hawalas-in-ml-tf.html
(2) https://www.europol.europa.eu/media-press/newsroom/news/one-of-europe%E2%80%90s-biggest-money-launderers-arrested-in-spain-spain