El origen de la investigación a los eurodiputados no fue por corrupción, sino que se encuentra, desde hace meses, en los servicios secretos de Bélgica, que sospechan que hay “injerencias extranjeras” en procesos de decisión legislativos, según el periódico belga De Standaard (*).
Los medios Politico y Der Spiegel han apuntado que, además de Qatar, el servicio secreto belga investiga la implicación de Marruecos en la trama. Es un caso de seguridad nacional.
Por su parte, De Staandard asegura que la vigilancia de la inteligencia belga no ha comenzado este año, sino que desde principios del año pasado se investigan las “presiones exteriores” en colaboración con otros cinco servicios secretos europeos, de países que aún no se ha desvelado.
El servicio secreto belga entró clandestinamente en la vivienda del cabecilla de la red de espionaje, el antiguo eurodiputado italiano Pier Antonio Panzeri, que ahora dirige la ONG Lucha contra la Impunidad. Allí encontraron entre 600.000 y 700.000 euros, que no tocaron; pero como ya tenían pruebas, decidieron enviar el caso al juez el pasado 22 de julio, cambiando la naturaleza de la investigación como si fuera un caso criminal ordinario.
La punta de un iceberg
De Staandard sostiene que la trama es la punta de un iceberg, porque los servicios secretos sólo han desclasificado una parte de la investigación, lo que da a entender que aún quedan documentos por conocer. El ministro de Justicia belga, Vincent Van Quickenborne, ha dicho que estamos ante un “cambio de juego en el que la Seguridad del Estado ha estado trabajando durante más de un año, junto con los servicios de inteligencia extranjeros, para mapear sospechas de soborno de miembros del Parlamento Europeo por parte de varios países”.
En su etapa de eurodiputado, Panzeri fue miembro de la delegación responsable de las relaciones con los países del Magreb. Según Der Spiegel, Panzeri recibió sobornos de manos del diplomático Abderrahim Atmoun, actual embajador de Marruecos en Polonia, cuyos vínculos con el europarlamentario italiano se remontan a 2015, cuando Panzeri era jefe de la comisión Unión Europea-Marruecos.
A través de Atmoun, en 2019 Panzeri suscribió un acuerdo secreto con la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), el servicio de inteligencia exterior de Marruecos.
La esposa y la hija de Panzeri, detenidas en Italia, ayudaron al eurodiputado a transportar los “obsequios” que les entregaba el embajador marroquí.
Durante mucho tiempo se ha sospechado que muchos eurodiputados, especialmente los de partidos socialistas europeos, trabajaban entre bastidores a favor de Marruecos, siguiendo el ejemplo de Gilles Pargneaux, parlamentario socialista francés y ex presidente del grupo de amistad Unión Europea-Marruecos.
La antigua eurodiputada socialista portuguesa Ana Gomes ha denunciado las posiciones defendidas por “Panzeri y sus colegas” para “frustrar resoluciones en relación con el Sáhara Occidental y los derechos humanos en Marruecos. Son infinitas las peleas que tuvimos por estos asuntos”.
La eurodiputada del BNG Ana Miranda también ha lamentado que los “grandes grupos” ignoraran previamente las denuncias que hicieron los verdes por el “acoso” al que estaban siendo sometidos de parte de grandes grupos de presión. “Existen injerencias de países como Marruecos o Qatar”, ha advertido Miranda.
La red ya se destapó en 2018 pero nadie hizo nada
En noviembre de 2018 el eurodiputado Philippe Lamberts envió una carta a Antonio Tajani, que entonces era presidente del Parlamento Europeo. Le pedía que investigara el papel de algunos de sus colegas en materia de cabildeo, especialmente a favor de Marruecos.
Lamberts se hacía eco de una información del EUobserver titulado “Exposed: how Morocco is pressing the EU over its claim to Western Sahara”. La red de eurodiputados que trabajaban para Marruecos había creado una fundación con antiguos ministros marroquíes en la empresa de cabildeo Hill Knowlton Strategies, situada a 150 metros del Parlamento Europeo.
Los eurodiputados presionaban para respaldar un acuerdo comercial entre la Unión Europea y Marruecos, que debía votarse en el pleno en enero de 2019. La red de eurodiputados eran miembros de una fundación conocida como EuroMedA, que no figura en el registro de grupos de presión de la Unión Europea.
El socialista francés Gilles Pargneaux, la liberal francesa Patricia Lalonde, la centroderechista rumana Romona Manescu y la liberal belga Frédérique Ries formaban parte del grupo de eurodiputados implicados de la trama.
Los intentos marroquíes de comprar eurodiputados también están relacionados con la votación sobre los acuerdos comerciales entre Marruecos y Europa, ha denunciado esta mañana el antiguo eurodiputado José Bové, quien ha apuntado alto, señalando al íntimo amigo del rey de Marruecos y jefe del gobierno marroquí, Aziz Ajannouch.
En declaraciones a la radio, Bové ha afirmado que fue abordado por Ajannouch cuando era ponente de la Comisión de Comercio Exterior entre 2009 y 2014. “Cuando hay intereses económicos colosales en juego, los Estados presionan, y algunos eurodiputados sinvergüenzas se aprovecharon de ello”, ha declarado.
“Como ponente del acuerdo de libre comercio de frutas y hortalizas con Marruecos, me opuse a este proyecto porque perjudicaba a los productores marroquíes y europeos”, ha explicado el antiguo eurodiputado. Molestó tanto al gobierno marroquí que intentaron hacerle cambiar de opinión a cambio de sobornos. “Me ofreció traerme un regalo a Montpellier, en un café discreto, y que nos viéramos entre Navidad y Año Nuevo”, dijo Bové, afirmando que efectivamente se trataba de una suma de dinero que el enviado especial de Mohamed VI iba a entregarle.
Detrás de las asociaciones de amistad con Marruecos se esconde un “club privado”, ha dicho Bové, subrayando que estas prácticas mafiosas son llevadas a cabo por eurodiputados “de todas las tendencias políticas”.
(*) https://www.standaard.be/cnt/dmf20221214_97570680