En Europa los medios de comunicación están difundiendo que las temperaturas en el sur del Continente han subido a 48°C. La histeria comenzó cuando en Alemania Der Spiegel citó un informe de la Agencia Espacial Europea (ESA) de 13 de julio (1).
Pero algunos fueron más allá. Al día siguiente una diputada francesa, Sandrine Rousseau, aseguró en su cuenta de Twitter que en España las temperaturas eran de 60°C. En las redes sociales francesas el mensaje se hizo viral.
El informe de la ESA era un fraude. “Las temperaturas están subiendo en Europa esta semana en el contexto de un período de calor intenso y prolongado. No ha hecho más que comenzar. Italia, España, Francia, Alemania y Polonia se enfrentan a una gran ola de calor y se espera que la temperatura del aire alcance los 48°C en las islas de Sicilia y Cerdeña. Potencialmente las temperaturas más altas jamás registradas en Europa”.
Ante las protestas por la manipulación, la ESA rectificó: el informe no se refiere a la temperatura del aire sino a la de la superficie terrestre. Las segundas son bastante más altas que las primeras, que son las que tienen validez (2).
Como ocurre siempre, la rectificación no sirvió para nada porque el fraude ya había dado la vuelta al mundo. La ESA no mencionó que la temperatura de la superficie es mucho más alta que la temperatura del aire a una altura de entre 1,25 y 2 metros, que es la norma canónica establecida por la Organización Meteorológica Mundial.
Por ejemplo, durante el fin de semana en Sicilia la temperatura del aire alcanzó los 32°C, que está muy lejos de los 48°C del suelo. La diputada francesa también se refería a la temperatura de la superficie terrestre en Extremadura registrada el 11 de julio. La del aire nunca superó los 40ºC, según los datos de la AEMET, la Agencia Meteorológica Española.
Cuando se destapó el fraude, Der Spiegel cambió discretamente el artículo que había publicado. En la versión original el periódico alemán hablaba de que se habían producido “muchas muertes” a causa de la ola de calor.
La versión retocada decía que “la medida de 48°C no era la temperatura habitual del aire, que puede ser considerablemente más baja”. Pero sigue siendo mentira: no es que “pueda ser” más elevada, sino que las diferencias alcanzan hasta los 20ºC.
La intoxicación siempre funciona así: en cuanto te descuidas un poco, te la cuelan doblada.
(1) https://www.spiegel.de/panorama/hitzerekord-auf-sizilien-48-grad-in-suedeuropa-am-wochenende-erwartet-a-b5c22302-b7b2-4b44-bfd3-983b464eed99
(2) https://www.researchgate.net/figure/Land-surface-temperature-LST-versus-2m-air-temperature-T2m-correlation-coefficients_fig2_362744575
«La intoxicación siempre funciona así:
en cuanto te descuidas un poco, te la cuelan doblada»
Buena línea.
Nos gusta porque al extrapolarla a otros campos
se hace parabólica, metafórica, universal,
susceptible de aplicarla a otros inficionamientos
con los que nos llenan, todos los días,
los servicios serviciales metereológicos
que nos bombardean a todas horas
para EVADIRNOS de otras «olas de calor»
que, contínuamente, pasan a nuestro alrededor.
Y, naturalmente, en estas coordenadas, claro,
«en cuanto te descuidas un poco, te la cuelan doblada».
Pero -como decimos- esto no pasa tan sólo
con las olas de calor,
o de frio,
o de mares o de ríos:
pasa con todas las olas,
oleajes u ondas fraudulentas
que, por todos lados
nos manipulan y tergiversan,
y, una vez en marcha,
ya no hay un santo que las detengan;
y es por eso que las ponen en movimiento
porque saben que, una vez rota su inercia,
se propagaran por el mundo sin frenos ni barreras.
Por ejemplo, esta la OLA DE MENTIRAS
que nos envuelve de noche y de día
y cuyo termómetro no existe para medirla
porque el «mercurio» subiría tan alto
que todos los techos rompería,
y cuya temperatura,
al igual que la ola de calor,
entre el suelo y el aire varía,
es tambien muy revelante
y hay que dirimirla
Pero aqui pasa al revés: la del aire es más alta que la del suelo porque las olas electromagnéticas, las transmisoras de tales mentiras, corren por el éter atmosférico friccionando con el aire y calentandose de tal manera que nos achicharran con ellas la cabeza, el alma, el cuerpo, todos los días. Pero para este «pogrom» -devastación- no hay servicio metereológico que las publicita ni que nos avise de su temperatura, de su calor, no vaya a ser que, al darnos cuenta, hagamos como Espartaco y comencemos a molestar al Emperador.
Os lo dije -y llevabamos razón-: nos gusta vuestra línea porque al extrapolarla a otros campos se hace parabólica, metafórica, universal, y con ella nos podemos explicar otra muchas cosas, otras muchas olas que ocurren a nuestro alrededor y con las cuales podríamos sustituir al cliché de:
‘¡Uf, que insoportable ola calor hace hoy, oh, Lord…!’;
con, por ejemplo,
‘¡Uf, que insoportable ola electromagnética
de mentiras hace hoy, oh, Lord…!’
Ahora podemos ver claramente el raison d’être
del cliché de la ‘ola de calor’ del parte metereológico
de marras: EVADIRNOS de la conciencia
de la Ola de Mentiras.
(A veces, con espíritu olímpico,
los felicitamos por lo bien que trabajan
la calor, el frío, y la térmica regulatoria
de todas sus mentiras, crímenes y oficios)