La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) anima a las empresas a cultivar insectos con los mismos pretextos que ya utilizaron antes para defender los transgénicos: acabar con el hambre en el mundo y mejorar el medio ambiente.
El Banco Mundial asegura que 2.500 millones de seres humanos ya tienen la ingesta de insectos en su dieta. El 70 por cien de los congoleños, el 85 por cien de los centroafricanos y el 91 por cien de la población de Botsuana afirman comer larvas de insectos regularmente.
En África ya funcionan 850 granjas de insectos para el consumo humano y animal y cada año aparecen otras nuevas, especialmente en Kenia, donde se han identificado entre 25 y 50 especies comestibles: saltamontes, hormigas negras, langostas, moscas, termitas… La FAO, el Banco Mundial, países, empresas y universidades han comenzado a investigar el potencial nutricional de estos insectos.
La Universidad de Lieja acaba de publicar un estudio sobre el valor nutricional de las larvas de lepidópteros (mariposas) en el África subsahariana. Las larvas secas comestibles tienen un contenido medio de proteínas de hasta el 63,5 por cien y un valor energético de 457 kilocalorías por cada 100 gramos.
Dichas larvas representan el 31 por cien de las especies de insectos comestibles en África, de un total de 472 especies identificadas.
Aunque algunas especies tienen un único ciclo reproductivo al año, otras otras, como el gusano de seda Eri, pueden reproducirse varias veces en un solo año, lo que favorece su cultivo industrial.
En Nairobi, la capital de Kenya, la empresa Insectipro cultiva millones de saltamontes en una granja, donde también fabrica una tonelada de moscas negras secas para fabricar pienso. Forma parte de una iniciativa, a la vez científica y comercial, del Centro Internacional de Fisiología y Ecología de los Insectos (Icipe).
Otra gran fábrica es Sanergy, una empresa con más de 400 trabajadores que utiliza la capacidad de reciclaje de las moscas negras para gestionar los residuos orgánicos. La fundaron en 2011 unos estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Diariamente recoge los excrementos humanos de los inodoros que ha instalado en los barrios marginales de la capital africana (*).
Sumados a los residuos de los mercados de frutas y verduras, la mierda sirve de alimento a las moscas, que reciclan 70.000 toneladas al año y acaban como pienso, abono o biomasa para la combustión.
“Los pollos alimentados con insectos crecen mejor y desarrollan más carne que grasa”, afirma John Kinyuru, investigador de la Universidad Agrícola Jomo Kenyatta. También tienen efectos favorables para los seres humanos. “Comer insectos permite el desarrollo de microorganismos y bacterias beneficiosas para el sistema digestivo. Esto se traduce en una mayor inmunidad, una reducción de las bacterias dañinas y, por tanto, una mejor salud”, asegura Kinyuru.
El Icipe asegura que el aceite de los insectos es más rico en ácidos grasos omega-3, antioxidantes y vitamina E que los aceites vegetales.
(*) https://www.lemonde.fr/afrique/article/2022/02/09/au-kenya-l-elevage-d-insectes-se-developpe-pour-renforcer-la-securite-alimentaire_6112957_3212.html
Insectipro está financiado por el de siempre, por Billzebú: el señor de las moscas.