El yihadista británico Omar Sheikh |
El motivo de volver sobre el asunto es que un tribunal de Pakistán acaba anular su condena, lo cual pone de manifiesto las presiones de los imperialistas británicos para conseguir la liberación de uno de sus peones de brega.
Tampoco repetiremos por enésima vez que el imperialismo y el yihadismo son las dos caras de la misma moneda y que los últimos instigadores de que hayan rodado tantas cabezas en el mundo durante décadas son principalmente los gobiernos de Washington, Londres y París.
Sheikh, también conocido como Ahmed Saeed Sheikh, fue condenado a muerte en 2002 por el secuestro y asesinato de Pearl ese mismo año, una pena que le fue conmutada por 7 años de prisión incondicional.
El fiscal del caso, Saleem Akhtar, confirmó la liberación del matarife, añadiendo que tenía intención de apelar la decisión del tribunal, que aún no se ha ejecutado.
Otros tres cómplices, Salman Saquib, Fahad Nasim y el jeque Adil, también fueron condenados en 2002 a cadena perpetua, entre otras cosas, por enviar correos electrónicos a Estados Unidos reivindicando el secuestro y asesinato atroz del periodista. También están en la calle.
Pearl era corresponsal del diario Wall Street Journal y desapareció el 23 de enero de 2002 en Karachi cuando iba a entrevistar a un dirigente yihadista de Al-Qaeda.
El periodista Daniel Pearl |
Aquellas redes no podían salir a la luz, por lo que le secuestraron, una acción reivindicada por una organización poco conocida, que pidió la liberación de los pakistaníes que habían sido capturados por el ejército de Estados Unidos en Afganistán y trasladados al campo de concentración de Guantánamo.
Tras un mes de secuestro, su muerte se anunció mediante un vídeo al consulado de Estados Unidos en Karachi, en el que aparecía Pearl con la garganta seccionada.
Sheikh, de 29 años de edad, hijo de una familia burguesa adinerada, nació, creció y vivió en Gran Bretaña. Desde el primer momento confesó ser el instigador del secuestro, aunque durante el juicio negó los hechos.
El día que los tribunales dictaron su condena amenazó a Pakistán con tomar represalias, lo cual es extraño en alguien que ha sido condenado a muerte. “Veremos quién muere primero, yo o las autoridades que arreglaron mi sentencia de muerte”, escribió en un mensaje que fue leído por uno de sus abogados.
Luego apeló y la revisión del juicio se aplazó docenas de veces. La condena había aplacado el primer golpe de efecto y era necesario ganar tiempo para apañar una segunda resolución, cuando las aguas se calmaran, las presiones surtieran su efecto y todo quedara en gua de borrajas.
En 2016 el ejército pakistaní dijo que había frustrado un ataque planeado en el que participaron varias organizaciones yihadistas y dos coches bomba para liberar a Sheikh de la Prisión Central de Hyderabad, donde cumplía condena.
Tras la muerte del periodista, se creó el Proyecto Pearl con el fin de investigar los hechos. En 2011 concluyó que los tribunales pakistaníes habían cometido un error, ya que los cuatro condenados por su asesinato ni siquiera estuvieron presentes en su ejecución.
Según Asra Nomani, una antiguo colega y amiga del periodista que dirigió la investigación, quien lo ejecutó fue Jaled Sheikh Mohammed, el autoproclamado “cerebro de los ataques del 11 de septiembre de 2001”.
Mohammed fue detenido en 2003 y está encarcelado en Guantánamo. Un psicólogo que lo interrogó dijo que el detenido le había confesado que fue quien decapitó a Pearl.
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