El mes de octubre de 1982, marca un punto de inflexión en la política económica española ya que el triunfo por mayoría absoluta del PSOE, significó entre otras cosas el abandono definitivo de la política económica proteccionista del estado franquista, y la instauración del modelo neoliberal que rige en este momento.
Es necesario destacar que tanto el PSOE como el PP, que han gobernado alternativamente el país, han seguido la misma política neoliberal, con la única diferencia de que en los gobiernos del PSOE, se atendió mejor a lo “social” que en los años del PP.
Ello significó solo una diferencia epidérmica, ya que las grandes fortunas siguieron creciendo, los salarios de los trabajadores se fueron estancando y perdieron poder adquisitivo, se liquidó el Instituto Nacional de Industria, que era un inconveniente para las políticas neoliberales, ya que el INI significó una barrera de protección para la industria nacional.
A partir del ingreso pleno de España en la Unión Europea (UE), se produce el desmantelamiento inmisericorde de la industria española, y la paulatina privatización de empresas y servicios públicos en beneficio de los grandes capitales nacionales aliados a empresas extranjeras que finalmente se quedan con dichas empresas definitivamente.
Tal es el caso de EBRO, que pasa a manos de la japonesa NISSAN, de PEGASO que pasa a manos de FIAT, a través de su subsidiaria IVECO, y de CASA, que fabricaba aviones y que pasa a manos del grupo BOMBARDIER, a su vez propietario de DASSAULT. Es decir, que pilares importantes de la economía nacional, pasan a estar en manos de empresas privadas extranjeras.
Hay que recordar que tanto Felipe González como su ministro de economía Carlos Solchaga decían que como España estaba dentro de la UE, era lo mismo que esas empresas fueran nacionales o extranjeras, ya que pasaban a engrosar la lista de empresas “europeas”. Tal falacia, no resiste el menor embate de la lógica, ya que si es lo mismo, ¿por qué no nos las quedamos?
Esta sangría continúa con los gobiernos del PP, que liquidan el patrimonio inmobiliario, de ayuntamientos cediendo a fondos buitre bloques de viviendas, hospitales públicos a la gestión privada, se entrega IBERIA a BRITISH AIRWAYS, se privatiza AENA, y en fin se privilegia a la empresa privada en detrimento de la pública.
Todo esto revela una política de estado que guarda continuidad, gobierne el PSOE o el PP. No hay diferencias entre ellos. El estado, gobierne quien gobierne debe garantizar a los ciudadanos al menos algunas prestaciones elementales como el trabajo digno sin empleos basura, la vivienda digna, la sanidad de calidad, la educación gratuita en todos sus niveles sin agobiantes tasas universitarias y sin pago de matrículas, la alimentación adecuada, las pensiones y la seguridad.
A día de hoy, este estado no está en condiciones de garantizar esos mínimos, ya que no hay presupuesto para ellos. Se habla de aumentar la edad de jubilación argumentando que ahora la gente vive más años, lo cual es verdad, pero no es verdad que los trabajadores pueden prestar sus servicios con la misma eficiencia con 65 años que con 70.
Decíamos más arriba que no había presupuesto para sufragar los gastos que implicarían las prestaciones mínimas que debería afrontar el estado, y es ese un argumento cierto, pero lo es porque al estado capitalista le importa muy poco que los ciudadanos de este país puedan disponer de esos beneficios.
Al estado capitalista español le interesa privilegiar a los bancos, o “ayudar a grandes multinacionales en dificultades” como ocurrió con Delphi, que cobró grandes sumas de dinero de la Junta de Andalucía para no cerrar su fábrica de componentes y luego se largó con toda la maquinaria renovada merced a esas ayudas a la India. Cabe entonces una pregunta: ¿no era mejor expropiar la fábrica de Delphi y aplicar esas ayudas a la fábrica nacionalizada?
Esto es revelador de una política de estado, que consiste en achicar el estado hasta convertirlo en el estado gendarme es decir volver a la fórmula del siglo XIX que consistía en “dejar hacer, dejar pasar” del viejo liberalismo, y de esa manera consolidar el capitalismo.
Si como vemos hay dinero para subvencionar empresas, hay dinero para salvar bancos en vez de dejarlos caer y expropiarlos y que pasen a ser propiedad del estado, es que no tenemos un problema económico. Lo que tenemos es un problema de política económica. En definitiva estamos ante un problema político, y su resolución necesita una respuesta política, y esa respuesta no puede ser otra que la instauración del socialismo.
Pero esa solución no vendrá de la mano de los actuales partidos políticos; solo vendrá de la movilización y el combate de las masas contra esta forma de gobernar a favor de las minorías, y acabar de cuajo con las políticas de hacer más ricos a los ricos y cada vez más pobres a los pobres. Hasta que eso no ocurra, nos espera un futuro de miseria y represión.