Los resultados de las elecciones parlamentarias en la República Checa han confirmado una contundente victoria para las fuerzas euroescépticas, encabezadas por Andrej Babis, lo que supone otra derrota para la Unión Europea.
Con más del 65 por cien de los votos escrutados, el movimiento ANO de Babis se alza con un 37,3 por cien de los apoyos. Esta formación, junto con sus potenciales aliados para formar gobierno —el SPD, con un 8,2 por cien, y el partido AUTO, con alrededor de un 10 por cien—, pueden asegurar una mayoría sólida en el parlamento.
Frente a este bloque, los partidos abiertamente proeuropeos, la coalición Juntos (21 por cien) y STAN (10,6 por cien), se ven abocados a la oposición. Este giro político tendrá consecuencias inmediatas y profundas, especialmente en la política exterior.
La principal implicación internacional recae sobre Ucrania. Andrej Babis se ha declarado abiertamente en contra del envío de ayuda militar al ejército de Kiev. Chequia, que hasta ahora era un proveedor crucial de armamento para la guerra, podría congelar los suministros en breve.
Esta decisión es un duro golpe para las fuerzas ucranianas en un momento crítico de la guerra, al tiempo que refleja y alimenta la fatiga y las divisiones existentes dentro de la Unión Europea respecto al apoyo incondicional a Kiev.
La victoria de Babis no es solo un terremoto político interno, sino un evento internacional que debilita la posición europea y fortalece a los sectores críticos con las políticas actuales de Bruselas.
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