Disimular la verdadera naturaleza fascista de un país es un ejemplo de colaboracionismo, típico de los grupos posmodernos. Ha ocurrido en España y ocurre también en Ucrania, aunque en este último caso aún les queda la excusa de que no tienen ni noción de lo que ocurre allá.
Después de reconocer que los neonazis ucranianos cometen crímenes de guerra, el Newsweek les lava la cara calificándolos de “voluntarios nacionalistas” (1). Pero hay relatos estremecedores, como el de la madre que recibió en una caja la cabeza de su hijo, capturado y decapitado cuando combatía en las filas de las milicias del Donbas.
Ucrania como Estado y, más en concreto, el gobierno actual de Zelensky y sus múltiples instituciones, como el ejército, son nazis o están bajo el control de los movimientos nazis, como el Batallón Azov, por poner un ejemplo bien conocido.
En un largo discurso parlamentario, el antiguo ministro de Asuntos Exteriores, Pavlo Klimkin, lo dejó bien claro: el Batallón Azov es “la base de la democracia ucraniana”.
Pero se pueden poner cuantos sean necesarios, uno detrás de otro, con el vano esfuerzo de que los más ignorantes se informen un poco. Es el caso de Arsen Avakov, que fue ministro de Interior después del Golpe de Estado fascista de 2014. Ocupó el cargo hasta el año pasado, es decir, durante 7 años. Con Avakov pusieron al zorro a cuidar de las gallinas. Un delincuente se ponía al frente de la policía.
Avakov es un mafioso que, como tantos otros, se hizo multimillonario con la disolución de la URSS. Estuvo buscado por la Interpol por varios crímenes y casos de corrupción. Fue detenido en Italia, donde logró su liberación gracias a su elección como diputado al Parlamento ucraniano.
El Golpe de Estado le puso al frente del Ministerio del Interior y una de sus primeras decisiones fue la de nombrar a Vadim Troyan, comandante del Batallón Azov, al frente de la policía (2). También puso a los matones de Pravy Sektor y el Batallón Azov a luchar contra los “enemigos de Ucrania”, es decir, las organizaciones antifascistas, sindicales, progresistas y, naturalmente, comunistas (3).
En 2018 los neonazis destruyeron varios campamentos gitanos, y los medios de comunicación que no lo silenciaron han eliminado la información de la vista pública (4).
El primer ministro Goncharuk reivindicó a bombo y platillo la eliminación de la Dirección de Lucha contra la Delincuencia Económica del Ministerio del Interior. Los negocios respiraron aliviados (5).
A pesar de la complicidad, las actividades del mafioso Avakov al frente del Ministerio no pasaron desapercibidas para Tranparency International, que le denunció públicamente, lo mismo que el Gran Rabino de Ucrania Yaakov Bleick.
Nada de ello disuadió a los paladines occidentales de los derechos humanos de que siguieran adiestrando y financiando a los nazis, bien directamente o través del Ministerio de Defensa o del Interior.
En 2015 el Batallón Azov creó campos de entrenamiento militar para niños, conocidos como “azovets”, a partir de los seis años para que una vez que sean adultos se acostumbren a la guerra y a las matanzas (6).
(1) https://www.newsweek.com/evidence-war-crimes-committed-ukrainian-nationalist-volunteers-grows-269604
(2) https://www.lefigaro.fr/international/2016/11/15/01003-20161115
(3) https://www.rbc.ua/ukr/dossier/avakov-14092015
(4) https://www.nouvelobs.com/videos/fp6uin3FAJQ.YTB/ukraine-une-milice-d-extreme-droite-detruit-un-camp-de-roms-a-la-hache.html
(5) https://www.stalkerzone.org/arsen-avakovs-azov/
(6) https://www.dailymail.co.uk/news/article-3195711/-Ukraine-s-neo-Nazi-military-camp-recruits-young-six-learn-fire-weapons-s-ceasefire.html