El lunes por la noche se celebró una fantasmagórica sesión de la Rada ucraniana, el Parlamento, en plena vigencia de la ley marcial, con la población confinada en sus casas y los diputados enmascarados por miedo al contagio.
Otros portaban incluso trajes protectores, una especie de escafandras de buceo, para darle al “show” un aire mucho más surrealista aún.
Era el mejor momento para aprobar dos leyes a las que se opone la inmensa mayoría del país y que no dará lugar a ninguna protesta callejera porque, si alguna vez se levanta la ley marcial, ya nadie se acordará de nada de lo ocurrido.
Unos 35 diputados excusaron su asistencia: “no vamos por miedo al contagio”. Se trata de defensores del Presidente Zelensky que, al mismo tiempo, son seguidores del oligarca Kolomoiski, que fue quien aprobó la ley anterior que impedía la venta de tierras. Kolomoisky financió la llegada a la Presidencia de Zelensky, que ahora deshace lo que él otro hizo antes.
Como consecuencia de ello, Zelensky no tenía la mayoría parlamentaria suficiente para aprobar la reforma legislativa, por lo que se alió con Poroshenko para que le prestara los votos, a cambio de dar el carpetazo a los procesos que la fiscalía tiene abiertos contra él por corrupción, blanqueo de capitales y demás.
No es ninguna novedad afirmar que Ucrania está en bancarrota y que la pandemia ha acabado de darle la puntilla al moribundo. Para tapar los agujeros, 10.000 millones de dólares, el FMI exigía la aprobación de dos leyes sobre la venta de tierras.
Quien vende la tierra, vende el país; es el precio a pagar para arrodillarse ante el capital financiero internacional que, como ven, es quien pone y quita las leyes de todos los gobiernos mendicantes del mundo.
Esta larga historia se puede resumir así: Kolomoiski era dueño de un banco, PrivatBank, que fue nacionalizado y para evitar que volviera a su poder, se aprobó una ley que lo impedía.
Al mismo tiempo otra ley había congelado temporalmente la venta de tierras agrícolas. Hasta ahora el límite de superficie que puede tener un solo individuo era de 100 hectáreas. A partir de 2024 las empresas podrán comprar tierras agrícolas y el límite será entonces de 10.000 hectáreas.
Entonces los bancos podrán conceder créditos con la garantía hispotecaria de esos terrenos.
Ucrania no sólo tiene las tierras más fértiles de Europa (“chernozem”), sino las más baratas porque así lo ha impuesto la legislación anterior. A partir de ahora los especuladores se van a forrar comprando tierras a precio de saldo para venderlas luego a precio de oro.
El FMI quería que ambas leyes fueran derogadas y se ha salido con la suya por el módico precio de 10.000 millones de dólares que volverán a sus arcas con intereses, si es que alguna vez Ucrania logra devolver el préstamo.