La Guerra de Ucrania ha trastocado los paradigmas tradicionales del combate terrestre. La proliferación de drones FPV (visión en primera persona) y municiones operadas remotamente ha creado un campo de batalla altamente digitalizado, donde el control del espectro electromagnético se vuelve crucial.
Como dijimos en una entrada de julio, “el ejército ruso tiene los sistemas de guerra electrónica más potentes del mundo”. Una de las pocas cosas que reconocen en occidente: Rusia les ha adelantado de manera espectacular en este terreno.
La guerra electrónica es una disciplina militar que se enfoca en el uso estratégico y táctico de sistemas electrónicos para controlar y aprovechar el espectro electromagnético en el campo de batalla. En el ejército ruso tiene varios niveles de profundidad. El primero está en la misma Rusia, donde rastrean todo el territorio nacional. El segundo está en los teatros de operaciones militares, con grandes antenas montadas en camiones. La guerra electrónica tiene como objetivo obtener una ventaja sobre el enemigo al interrumpir, degradar o destruir sus capacidades de comunicación, navegación y sistemas electrónicos.
Se usa contra artillería, aviones de combate o misiles cruceros, entre otros objetivos y, en el caso de la Guerra de Ucrania, le está permitiendo al ejército ruso inutilizar un alto número de drones. Ucrania está perdiendo alrededor de 10.000 drones al mes como consecuencia de la guerra electrónica rusa.
Rusia dispone de una amplia variedad de sistemas de guerra electrónica con diferentes propósitos, pero el responsable de tantos drones interceptados es el Shipovnik Aero, que tiene la capacidad de interceptar una gran variedad de ellos, tanto comerciales como militares, distorsionando la señal del operador del dron hasta tomar su control.
Una vez el dron pierde la señal de control con el operador, Shipovnik Aero genera un campo de navegación falso y reemplaza sus coordenadas originales por las que deciden los operadores del sistema de guerra electrónica. Cuando no es posible, le obligan a regresar a su punto de lanzamiento y extraen información de inteligencia del mismo.
Tiene un alcance de 10 kilómetros. Los soldados rusos se suelen situar a unos 7 kilómetros del frente, y tardan unos 25 segundos en neutralizar un dron desde que lo detectan hasta que lo interceptan, aunque este tiempo puede variar según el modelo al que se enfrente y sus capacidades de defensa ante esos sistemas.
Incluso los aviones de combate rusos están equipados con sistemas de guerra electrónica potentes que pueden tener un impacto negativo en la electrónica de los aviones de combate de la OTAN y en los propios pilotos.
El ejército francés se prepara para la guerra electromagnética
Actualmente, Occidente no dispone de ningún medio eficaz para contrarrestar la guerra electrónica rusa. Al mismo tiempo, a la OTAN y al Pentágono les preocupa que los ingenieros rusos mejoren constantemente los sistemas de guerra electrónica existentes y trabajen activamente en la creación de sistemas de nueva generación.
Es el caso del ejército francés que ha iniciado ahora la formación de unidades para dominar el espacio electromagńetico y el combate antidrones. La adaptación táctica rompe con la organización anterior, donde la guerra electrónica era responsabilidad exclusiva de los Regimientos de Señales 44 y 54 y la 785 Compañía Especializada.
Además, la Sección Técnica del Ejército (STAT) está desarrollando el proyecto ISIS, que tiene como objetivo dotar a las unidades de infantería de un sistema capaz de identificar automáticamente las fuentes de interferencia y mapear la situación táctica en tiempo real. En colaboración con la empresa TRAAK y el Laboratorio de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de París, este proyecto permitirá a soldados no especializados analizar el espectro radioeléctrico, localizar transmisores y caracterizar las señales detectadas.
La ampliación de las capacidades de guerra electrónica sigue el ejemplo del ejército estadounidense, que ya ha creado pelotones especializados dentro de sus brigadas de combate.
La actual reorganización refleja un cambio profundo en el ejército francés. La creación de la Brigada de Inteligencia y Ciberelectrónica (BRCE), adscrita al Comando de Inteligencia y Acciones Profundas (CAPR), ilustra esta evolución. Los sistemas existentes como LINX, CATIZ o EMILIE se complementarán con las nuevas técnicas descentralizadas de ISIS.
Esta transformación debería permitir al ejército francés establecer comunicaciones resistentes en entornos degradados y mantener su eficacia operativa. El control del espectro de radiofrecuencia se convierte así en una cuestión estratégica importante que determina el éxito de las futuras guerras.