Desde la Segunda Guerra Mundial ningún país ha recibido más ayudas en menos tiempo: casi 200.000 millones de euros, la mitad de ellos en armamento. Es una cantidad asombrosa, que se aproxima al PIB total de Ucrania antes de la guerra.
No ha bastado para detener el avance del ejército ruso y mucho menos para derrotarle. Es un dinero arrojado a la basura.
El papel primordial de Europa consistió en pagar el funcionamiento de la burocracia ucraniana. Bruselas entregó más de 30.000 millones de euros para apoyo presupuestario y 17.000 millones de euros más para la ayuda a los refugiados.
los fondos estaban destinados a pagar salarios y pensiones, mantener el funcionamiento de los servicios públicos esenciales (hospitales, escuelas y viviendas para personas reubicadas), preservar la estabilidad macroeconómica del país y restaurar las infraestructuras (energía, agua, transporte, carreteras y puentes) destruidas por la guerra.
Además de esas cantidades, los países de la Unión Europea también han proporcionado cantidades significativas de armas, inicialmente extraídas de los arsenales de sus ejércitos y luego fabricadas por empresas locales de armamento.
Según el Instituto Kiel, organización alemana que contabiliza las ayudas, Washington sigue a la Unión Europea con una ayuda que asciende a 68.000 millones de euros en dos años.
Para los estadounidenses, la prioridad era el armamento, que representa el 46,3 por cien de la ayuda total. La ayuda financiera representa el 26,4 por cien y la ayuda humanitaria el 2,2 por cien.
Estados Unidos ha enviado una ayuda que representa el 0,32 por cien de su PIB, la mitad que la mayoría de los países europeos.
Junto con Europa y Estados Unidos, otros países se han organizado para apoyar financieramente a Ucrania contra Rusia. Reino Unido concedió 17.180 millones de dólares, Japón 8.290 millones de dólares, Canadá 6.340 millones de dólares y Suiza 2.670 millones de dólares.
En total, los suministros militares ascendieron a más de 100.000 millones de euros, o sea, casi la mitad de la ayuda.
Una vez acabado el optimismo patológico, los grupos políticos se oponen cada vez más a continuar con el apoyo a Ucrania, pero no es por motivos electorales, sino porque los padrinos de Ucrania no van a poder hacer en el futuro más de lo que han hecho hasta ahora.
No tiene sentido entregar dinero para comprar armas porque ya no las hay en ningún mercado. Los arsenales están agotados. El gobierno de Zelensky sólo necesita el dinero para mantener en funcionamiento la maquinaria burocrática, por lo que acabará convirtiéndose en un país parásito… si la situación sigue como hasta ahora.
Los préstamos concedidos a Ucrania por Europa deberán reembolsarse en un período de 35 años a partir de 2033. Bruselas es responsable de pagar a los Estados miembros que participaron en las ayudas financieramente o mediante la transferencia de armas, equipos o municiones.
El año pasado la Unión Europea pagó 1.000 millones de euros a los Estados miembros por las municiones tierra-tierra y de artillería y misiles que donaron a Ucrania. Por decirlo de otra manera: no es que los países europeos quieran ayudar a Ucrania; es la Unión Europea quien lo impone, a cambio de cobrar ciertos incentivos.
En Europa no saben hablar más que de dinero y por eso es verdad lo que decía un parlamentario italiano: si tanto aman a Ucrania, no envíen dinero. ¡Vayan a combatir a Ucrania!