Twitter: el aparato de propaganda cambia de bando político

En entradas anteriores ya hemos reseñado las oscuras operaciones económicas del hijo de Biden en Ucrania. A ellas se añaden las de FTX, por lo que da la impresión de que estamos ante una reedición del asunto Irán-Contra, en el que la “ayuda internacional” sirve para múltiples objetivos simultáneos, como subvencionar elecciones de manera ilegal o lavar montañas de dinero negro.

Como el trapicheo afecta a Obama y Biden, la reacción estadounidense, los “trumpistas”, se ha lanzado a la caza, entre ellos Elon Musk, el actual propietario de Twitter, un aparato de propaganda del Partido Demócrata que ahora ha cambiado de bando.

Para emprender su caza particular contra los antiguos propietarios de Twitter y el Partido Demócrata, Elon Musk ha encargado al periodista Matt Taibbi que difunda los correos internos de Twitter ordenando silenciar los trapos sucios de Biden y el Partido Demócrata.

Es otra de esas grandes oportunidades para comprobar cómo se manipula una red social y los intereses a los que sirve.

En 2020 el New York Post, un periódico reaccionario, informó de que en el ordenador portátil del hijo de Biden, el FBI había recuperado, además de pornografía, datos sobre los negocios delictivos de Hunter Biden en Ucrania.

Los correos electrónicos encontrados en la memoria del ordenador demuestran que, a pesar de sus desmentidos, Joe Biden manipuló al gobierno ucraniano para encubrir las actividades delictivas de su hijo. Un tribunal verificó posteriormente que el contenido del portátil era auténtico.

A la estela del entonces vicepresidente de Obama, los medios de comunicación “progres” y el Partido Demócrata lanzaron una campaña para impedir que la información contenida en el portátil se difundiera porque era desinformación procedente de Rusia. El Kremlin había vuelto a piratear los servidores y las comunicaciones estadounidenses y actuaba de común acuerdo con los “trumpistas”.

Twitter se sumó a esa campaña de censura. Prohibió los enlaces al New York Post a espaldas de Jack Dorsey, el cabecilla de la red, que tardó en enterarse de la manipulación y, sin embargo, no hizo nada por impedirla.

El antiguo director jurídico y político de Twitter, Vijaya Gadde, desempeñó el papel fundamental en la censura sistemática y el pirateo ruso fue el pretexto perfecto. La red no podía hacer el juego a Rusia.

El pretexto ruso no convenció a nadie. Los trabajadores de la red siempre supieron que estaban lavando la cara a Obama, Biden y el Partido Demócrata, es decir, que Twitter era uno de los brazos ideológicos de la Casa Blanca.

Si la historia del portátil del hijo de Biden se hubiera difundido, no hubiera podido optar a las elecciones presidenciales. En otras palabras: la censura en las redes sociales y los medios de comunicación falseó el proceso electoral.

El Partido Demócrata y los “progres” del mundo han perdido una poderosa herramienta y han pasado al contraataque, no vacilando en ponere en evidencia. Acusan a Twitter de una “censura insuficiente”. El New York Times asegura que los discursos de odio han aumentado en Twitter, en una escala sin precedentes.

La Comisión Europea amenaza con prohibir Twitter en Europa si no cumple con las normas de censura y suprime la “desinformación”. Lo que había hasta ahora en Twitter no debía ser “desinfomación”.

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