Haidar Al-Abadi, Primer Miistro irakí |
El nuevo gobierno estadounidense intenta apartarse de la anterior estrategia adoptada por Obama y considera a Irak como un activo estratégico que las tropas estadounidenses no deberían haber abandonado, confesó Trump a Al-Abadi. Con tal motivo, Washington va a enviar más tropas a Irak con el pretexto de la lucha contra el terrorismo.
Estados Unidos tampoco acepta el resurgimiento de Rusia en Oriente Medio a través de Siria y pretenden reafirmar su supremacía en Oriente Medio cerrando la puerta de Raqqa para impedir cualquier intento de liberarla por cualquier otra fuerza distinta a los kurdos que ellos apoyan.
La prioridad del nuevo gobierno es combatir a los grupos terroristas takfiríes en Siria. El derrocamiento del presidente Bashar Al-Assad ha dejado de ser importante, en un momento en el que Rusia se opone a cualquier intento en este sentido.
Washington no admite la creciente influencia iraní en Irak y trata de incrementar su apoyo militar a las fuerzas irakíes y construir más bases en la geografía irakí.
En cuanto al acuerdo nuclear con Irán, no tienen intención de abandonarlo, pero aumentarán la presión sobre aquel país de diferentes maneras para intentar reducir la influencia iraní en muchos temas de interés para Washington.
Para contrarrestar el papel iraní, Washington apoyará a sus aliados tradicionales en la región, especialmente Arabia Saudí, aunque a un alto coste, y Egipto.
A Estados Unidos le interesa arreglar el problema palestino, ya sea organizando una conferencia internacional o tratando de resolver el problema a través de conversaciones directas entre israelíes y palestinos, bajo la supervisión de Estados Unidos.
Como conclusión, la política de Washington hacia la región es una mezcla de intervención militar limitada pero señalada, respaldada por presiones políticas, diplomáticas y económicas, en vez de entrar en guerras y enfrentamientos abiertos.