Tayikistán declara la guerra a la moda integrista

La moda tiene muy poca espontaneidad. Desde luego que los creadores de tendencias en la manera de vestir son modistos individuales, pero hacer que una prenda se difunda masivamente requiere algo mucho más importante: que alguien la difunda.

La vestimenta de los integristas islámicos, sobre todo la femenina, la ha impuesto el imperialismo a través de sus cómplices del Golfo y quien no quere caer en dichas zarpas tiene que hacer un esfuerzo propagandístico importante para contrarrestarla.

Es el caso del gobierno de Tayikistán, un país de mayoría musulmana que desde 2015 trata de frenar la ola integrista, empezando por la prohibición del único partido islamista que había, llamado “Renacimiento”, al que ha catalogado como organización “terrorista”.

Luego ha seguido haciendo algo parecido con el ropaje, el hiyab y el velo femenino, para lo cual ha impulsado una campaña en favor de la vestimenta más tradicional del país.

Hay que agradecérselo al gobierno tayiko porque la ropa tradicional Atlas, en seda o en algodón, no puede ser más colorida y ha sido elevado a la categoría de prenda oficialmente recomendada para “inculcar patriotismo en la población, así como un estilo nacional”.

El gobierno tayiko se considera, pues, ajeno a las vestimentas integristas, a pesar de ser una país islámico. No las consideran desde el punto de vista religioso sino nacional. Son extranjeras.

El presidente Emomali Rahmon ha dicho que en Tayikistán las mujeres jamás han portado vestimenta de color negro, “ni siquiera para los funerales”, por lo que ha ordenado el cierre de las tiendas que venden ropa integrista. Por su parte, los hombres están obligados a afeitarse las barbas.

Tayikistán es un pequeño país de Asia central fronterizo con Afganistán, con el que comparte muchas afinidades, y es una de las más importantes fuentes de reclutamiento que tienen los yihadistas, especialmente el Califato Islámico.

El gobierno calcula que hay 1.000 tayikos combatiendo en las filas yihadistas y tras. Tras el desplome de la URSS se produjo una sangrienta guerra civil entre los comunistas y los islamistas, apoyados, armados y financiados por el imperialismo.

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