Cuando el mundo oye hablar de “programa nuclear iraní” piensa inmediatamente en gigantescos misiles que están diseñados para achicharrar en masa a poblaciones civiles, como hizo Estados Unidos con las de Hiroshima y Nagasaki en 1945.
La asociación del uranio con las armas de destrucción masiva es automática porque los medios de intoxicación nunca han contado que, además, el uranio es fundamental en la medicina moderna, por poner un ejemplo. Con el uranio ha nacido un nuevo tipo de terapias que se pueden ver en los letreros de los hospitales: “medicina nuclear”.
Tanto para matar como para curar hay que enriquecer el uranio que, como materia prima natural tiene un 0,7 por cien de uranio-235, que es el isótopo utilizado en las reacciones nucleares. El enriquecimiento consiste en aumentar la proporción de uranio-235 en comparación con el uranio-238, que es más abundante pero no es fisible.
El uranio se considera “enriquecido” cuando contiene una proporción superior al 0,7 por cien. Por ejemplo, el uranio utilizado en los reactores nucleares suele contener entre un 3 y un 5 por cien de uranio-235, mientras que el uranio utilizado en el armamento puede estar enriquecido por encima del 90 por cien.
Aunque en la práctica médica no se utiliza el uranio directamente, forma parte del proceso de producción de otros isótopos radiactivos, como el tecnecio-99m, que luego se separan y purifican para su uso en aplicaciones médicas.
Al impedir a Irán enriquecer el uranio, las potencias occidentales e Israel exigen al gobierno de Teherán que abandone la medicina moderna y condene a millones de personas a la enfermedad y la muerte.
Irán es uno de los mayores productores mundiales de radiofármacos utilizados para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer. Se encuentra entre los cinco principales exportadores mundiales de fármacos radiactivos y suministra medicamentos nucleares a quince países, incluidos algunos europeos.
Las sanciones impuestas a Irán prohíben la importación de radiofármacos. Sin un programa nuclear, Irán no podría diagnosticar y tratar a personas con enfermedades, como el cáncer.
Para diagnosticar ciertas enfermedades y fabricar medicamentos contra el cáncer, se necesitan isótopos médicos, que no se pueden fabricar sin enriquecer uranio. Las tomografías computerizadas y las tomografías por emisión de positrones (TEP) utilizan trazadores radiactivos para obtener imágenes del cuerpo. La radioterapia, que requiere isótopos médicos, que a su vez requieren uranio, es una de las más conocidas terapias contra el cáncer.
Irán siempre ha acordado limitar el enriquecimiento a fines médicos y energéticos, y estos son precisamente los términos del acuerdo que Estados Unidos rompió en 2018. Irán cumplió plenamente dicho acuerdo, que autorizaba el enriquecimiento con fines pacíficos. Los países occidentales saben que Irán necesita uranio por razones vitales y también que necesita enriquecer la materia prima.
Eso significa que Israel, con el apoyo de Estados Unidos y los países occidentales, bombardea Irán por negarse a aceptar un acuerdo que habría destruido una industria esencial para la economía iraní y causado la muerte de muchas personas.
Por lo demás, tanto la OIEA como la inteligencia de Estados Unidos han reconocido que Irán no es una amenaza nuclear, por más que los medios digan otra cosa. Por ejemplo, en marzo la directora de inteligencia, Tulsi Gabbard, aseguró que “Irán no está construyendo un arma nuclear y que el máximo dirigente Jamenei no ha autorizado un programa de armas nucleares, que suspendió en 2003”.
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