Lo mismo sucede con Rusia. Las sanciones económicas se han renovado y el Pentágono instalará próximamente misiles antiaéreos Patriot en los países del Báltico.
Al mismo tiempo, Estados Unidos aprobará el suministro de misiles antitanque Javelin al gobierno de Kiev, un refuerzo que viola los acuerdos de Minsk 2 y estimula a Poroshenko en su propósito de asaltar por la fuerza el Donbas.
En tiempos de Obama ya se descartó la entrega de misiles Javelin a Ucrania, pero ahora en Washington quieren pasar por encima de la tregua porque no la consideran como tal, según ha dicho Kurt Volker, el delegado especial de la Casa Blanca para Ucrania.
“Con más de mil violaciones diarias del alto el fuego”, ha dicho Volker, no se puede hablar de estabilización, sino de una guerra “brutal”. Como el escenario es “dinámico”, la entrega de los misiles modificaría la correlación de fuerzas sobre el terreno.
El jefe del Pentágono, James Mattis, opina igual, aunque el plan aún debe ser aprobado por Trump. Un consejero de seguridad nacional ha manifestado a USA Today que la Casa Blanca no excluye la posibilidad de rearmar al gobierno golpista de Kiev.
La campaña del “candidato manchú” le pone muy difícil a Trump oponerse a una medida directamente dirigida contra Rusia. La negativa daría nuevas alas a la intoxicación mediática, ahora en declive.
En un mensaje difundido a través de Twitter, el “candidato manchú” quiso volver la campaña del revés, acusando a Ucrania de favorecer la campaña de Hillary Clinton durante las pasadas elecciones.
Si finalmente el gobierno de Kiev obtiene los misiles es muy posible que no se conforme con acabar con la resistencia en el Donbas sino que desate una guerra contra Rusia.
Desde el inicio de la guerra en 2014, el número de muertes asciende a unos 10.000 entre ambos bandos. Es la única guerra que actualmente se desenvuelve en territorio europeo.