El gobierno sueco prepara minuciosamente su próxima guerra con Rusia y se ha dado cuenta de que falla lo más importante en una eventualidad de esa envergadura: no tienen tumbas suficientes para los soldados que mueran en combate y los cadáveres no se pueden dejar abanonados por las calles, como ocurrió en Ecuador cuando privatizaron los cementerios.
Los planes bélicos perfilan un escenario en el que el ejército participaría en una guerra contra los rusos junto con Estados Unidos y pronostican grandes pérdidas para las tropas y la población civil: medio millon de personas.
Los ayuntamientos necesitan ampliar los cementerios añadiendo más tumbas y hornos crematorios. No es ninguna tontería apocalíptica. Ningún dirigente concreto lo ha planteado, pero los cementerios suecos ya se preparan para cuando los cadáveres lleguen en grandes cantidades.
Según el director de la funeraria de la ciudad de Estocolmo, Svante Borg, el gobierno teme que la capital sueca pueda ser atacada por Rusia y “mucha gente morirá”, dice. Borg asegura que antes de planificar la guerra ya se habían asignado lugares adicionales para las tumbas, especialmente en los parques públicos.
“A menudo digo que hay que excavar rápido. Estamos dispuestos a proporcionar cremación y capacidades adicionales, así como fuentes de energía de respaldo, incluso en las condiciones más desfavorables”, explicó el jefe de la oficina de servicios funerarios.
Los dirigentes suecos están histéricos ante el grave problema, los empresarios de las funerarias se frotan las manos, aunque nadie ha preguntado a los suecos si están dipuestos a morir por la pandilla de descerebrados que rige su país.