Sería igualmente inútil tratar de convencer de la evidente relación entre el Califato Islámico y el proyecto americano; el Califato Islámico, el Frente Al-Nosra y los islamistas son las tropas terrestres del ejército de Estados Unidos en Oriente Medio desde la guerra de Afganistán; las fuerzas aéreas de Estados Unidos son las tropas aéreas del Califato Islámico, del Frente Al-Nosra y de los islamistas…
Porque la cuestión es el significado de los ataques aéreos de la Coalición Internacional dirigida por Estados Unidos en el nordeste de Siria, operación manifiestamente premeditada para permitir a las tropas del Califato Islámico avanzar y barajar las cartas, mientras que simultáneamente la fuerza aérea israelí proporcionaba cobertura aérea al Frente Al-Nosra en Quneitra, en el sur del país. Y por qué este “error aéreo” y estos tiros amigos sobre Deir Ezzor y el Golán, después de los fracasos de los intentos de Estados Unidos en pos de convertir la tregua en Alepo en una pausa militar y la ruta de Castello en un cordón secreto que une la bolsa turca con los grupos armados del Frente
Al-Nosra.
Esta operación no es un mensaje ordinario enviado por Estados Unidos al buzón del monte de Tharda, sino la primera confesión indudable de su impotencia ante el ejército sirio y sus aliados del norte a sur del país, mientras sus propios aliados en tierra titubean en Alepo, en la Ghouta de Damas y en Idlib.
Todo indica que el “Ejército Islámico de Estados Unidos” ya no tiene capacidad de provocar choques sobre el terreno y que el Califato Islámico ya no es esa fuerza invencible capaz de avanzar en todo lugar, por su debilidad sin el apoyo de una u otra de las grandes potencias presentes en los Estados de la Coalición dirigida por Estados Unidos.
Todo indica que el pretendido error de Estados Unidos ha sido ejecutado en respuesta a los avances del ejército sirio en numerosos frentes de Deir Ezzor, que han demostrado el descenso de capacidad de los ataques del Califato Islámico, como el asedio de las manadas del Frente Al-Nosra (convertidos mediante una jugarreta grotesca en Fatah Al-Sham, para aprovecharse de la tregua de la que está excluido según el acuerdo ruso-americano del 9 de setiembre) en Alepo, ha demostrado su corrosión pese a su movilización y gran pertrechamiento de cara a la “madre de todas las batallas” desde hace mas de dos años.
Las batallas de Alepo han revelado las capacidades de maniobra ahora limitadas del Frente Al-Nosra, cuyas oleadas de ataque han acumulado pérdidas, transformándolo en una masa informe que no es capaz de ejecutar el menor ataque en el sur del país sin la ayuda pública y explícita de los israelíes.
Lo cual significa que hemos entrado en una etapa de reblandecimiento del núcleo duro de las fuerzas islamistas terroristas, surgidas después de la guerra de Estados Unidos en Afganistán, y que nos enfrentamos directamente a las fuerzas que se disimulaban detrás y que manipulaban con las manos cubiertas de sus guantes de terrorista, las marionetas islámicas en el escenario en que hacían de revolucionarios sirios.
En otros términos, Israel y Estados Unidos han salido de entre bastidores una vez que los turcos han tropezado frente a Rusia, mientras Estados Unidos intenta desesperadamente esconder al Frente Al-Nosra bajo el hábito de los derviches sufíes, y el ejército israelí le ofrece su chaleco de hierro para evitar su muerte.
Atacando a Deir Ezzor Estados Unidos evidencia de forma abierta que se habían dado cuenta de que la batalla de Alepo no corría en su favor, y de que todas sus tácticas y trucos humanitarios no cumplirían su esperanza de salvar a las milicias armadas en las que confiaban. Y ello porque han oído su oración fúnebre, y han comprendido que su hundimiento en Alepo trastocaría su proyecto en el norte de Siria, si era seguido de su probable caída en Idlib antes de la de Obama. De ahí su decisión de penetrar hacia el este del país bajo el pretexto de “fuego amigo”, para sugerir de lo que son capaces de hacer y que lo volverán a hacer, tal vez.
El proyecto estadounidense no ha cambiado. Únicamente ha cambiado el plan de enfoque a causa de las dificultades insolubles encontradas. Si el régimen sirio, que tiene la puerta del Mediterráneo, no cae, no se transformaría en un régimen inútil para Rusia, China e Irán y su profundidad en Asia, aprisionándole entre el mar Mediterráneo y el río Éufrates, lo que cerraría el inmenso corredor entre la puerta occidental y la “puerta oriental”, antiguamente guardada por Saddam Hussein, según se dice.
Por ello el proyecto de Estados Unidos consiste ahora en que una de estas dos puertas esté herméticamente cerrada por un cerrojo USA, o bien que las dos puertas estén separadas por una barrera hostil a una de ellas, que Estados Unidos busca instalar en no importa qué tipo de frágil entidad entre Siria e Irak, de manera que su frontera natural sea el Éufrates, y que esté dominada por no importa qué organización o bloque militar hostil al Estado sirio en la región este del país. De ahí la promoción de la idea de una inevitable partición de Siria.
Una partición que se concretaría por un “arco de combates” que va de Idlib hasta Abou Kamal a través de Alepo, Raqqa y Deir Ezzor, arco que quedaría cortado por la línea horizontal de una entidad kurda, igualmente frágil, creada en su parte norte.
Es lo que explica que Estados Unidos haya desplegado al Califato Islámico a lo largo del río Éufrates en un corto espacio de tiempo, antes de proceder al despliegue del Frente Al-Nosra en una línea que va hacia Idlib, que ha intentado alcanzar la costa a fin de conseguir el enclave geográfico proyectado, entre el mar y el río.
Por esto, los pretendidos revolucionarios, los denominados “moderados” del Frente Al-Nosra y asociados, debían tomar Alepo, Idlib y la costa, dirigiéndose después hacia Raqqa, Deir Ezzor y Abou Kamal con el pretexto de liberarlos del Califato Islámico, que debía recular dócilmente hacia la región de Al-Anbar en Irak sin combatir, exactamente de la misma forma que había retrocedido en Jarablus a fin de dejar sitio a los turcos, para quienes la entrada en la plaza Taksim fue mucho más difícil y costosa que entrar en Jarablus, masivamente ocupado por los del Califato Islámico y los terroristas suicidas.
Pero este enésimo proyecto, destinado a compensar el fracaso de la toma de toda Siria por Estados Unidos, y después el fracaso de la toma de su mitad, ha fracasado a su vez, a causa de la resistencia de Deir Ezzor y de la ciudad de Hassaka, en donde velaba el ejército sirio.
Era evidente por esto que el ejército sirio no abandonaría Deir Ezzor, convertida en el Stalingrado del Éufrates, y que la próxima liberación de Alepo significaría que el arco de los combates, diseñado por los planificadores de Estados Unidos y sus cómplices, iba a partirse en pedazos, al quedar la fuerzas sirias en disponibilidad de avanzar a gran velocidad de una Alepo liberada hacia Raqqa y Deir Ezzor; un trayecto táctico más ventajoso que el que va de una Raqqa liberada hacia Alepo. Estados Unidos ha intentado impedir el avance del ejército sirio en la línea Alepo liberada-Raqqa-Deir Ezzor, sobre todo impulsando a los kurdos y a las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias a extenderse para controlar el “arco de los combates”, desde el Éufrates hasta Raqqa. Pero los kurdos han rechazado a descender hacia el sur antes de avanzar hacia el oeste, en vista de que se enfrentarían a un ambiente hostil a su ideología y a su psicología, lo que ha terminado por despertar el monstruo demográfico kurdo del sudeste de Anatolia tan temido por los turcos, que han amenazado con retirarse del proyecto.
Entretanto, no habiendo conseguido liberar al Frente Al-Nosra sitiado en Alepo por el ejército sirio mediante la creación de una brecha en la carretera de Ramussé, al sur de la ciudad, y estando cerrada la ruta norte de Castello a toda ayuda llegada de Turquía, Estados Unidos ha decidido desafiar a rusos y sirios eliminando la barrera de Deir Ezzor mediante esta innoble operación de un pretendido error, ayudados en ello por los turcos, que se han propuesto generosamente para “liberar” Raqqa junto a la Coalición Internacional, como todos los hemos oído explicar recientemente.
Dispararon sus “proyectiles amigos”, seguidos inmediatamente por los asaltos del Califato Islámico sobre Deir el-Zor, sin que ese Califato Islámico haya temido la mirada inquisitiva de la aviación estadounidense, que supuestamente golpea a todo lo que se mueve al oeste de sus bases iraquíes. ¡No veamos en ello ninguna paradoja!
Según este plan, si Deir Ezzor cae, los turcos se abalanzarían hacia Raqqa y Deir Ezzor, mientras que el Califato Islámico se retiraría conforme al mismo escenario que Jarablus, bajo el pretexto de la enorme presión militar; los turcos han acordado con Estados Unidos que la línea del Éufrates sea una región internacional neutra por el hecho de que es una zona de guerra contra el Califato Islámico, con el riesgo de que la reinicie si la Coalición Internacional se retirara. Es preciso pues que el Califato Islámico permanezca sitiado en Irak, para impedir su expansión.
De esa forma Turquía rompería la espalda de los kurdos dividiéndoles en dos mitades situadas al norte de Siria. De esa forma Estados Unidos cortarían a Siria en dos mitades a un lado y otro del Éufrates, que se convertiría en una frontera de una entidad nacida de los hechos consumados como, tal vez, la que se construiría en torno a los esbirros de Al-Julani (fundador de Al-Nosra y actual jefe de Fatah Al-Sham) tras el lavado de su barba chorreante de la sangre de los sirios. De esa forma, el inmenso corredor hacia Asia quedaría cortado entre la puerta del Mediterráneo y la puerta oriental en la frontera de Irak.
Por todos esos motivos, ese “fuego amigo” estaba dirigido a la vez contra Siria y contra Rusia, para imponer el punto de vista de Estados Unidos respecto a Alepo, es decir, la apertura de la ruta de Ramussé conforme a su condición de paso de los convoyes “humanitarios” libremente y sin inspección. Lo que resultaría en una anulación de todo el beneficio obtenido del cerco en torno a Al-Nosra, y a evitar el contenido del acuerdo ruso-americano sobre Alepo, dado que este acuerdo les ha impuesto el reconocimiento de esta organización terrorista como el “enemigo común”, al mismo nivel que el Califato Islámico.
Pero pese a este golpe terriblemente doloroso en Deir Ezzor, la comprensión de sus razones nos lleva a descubrir que el proyecto USA titubea, lo mismo que sus ejércitos islamistas terroristas, y que Estados Unidos está ahora convencido de que el pueblo sirio y sus aliados podrían llegar a ser lo que demoliera sus proyectos y sus ejércitos.