Sin novedad en Odessa

 Félix González

Los 46 abrasados en el edificio de Odessa a manos de los fascistas no supone ningún salto cualitativo, ni abre nuevas perspectivas en los acontecimientos, salvo para esa izquierda imbécil y cobarde que aún sueña con revoluciones de colores, a rayas o con indumentaria árabe, según la moda y la época del año. Nada hay nuevo en la matanza sobre todo de mujeres y adolescentes, siempre los mas vulnerables en esas situaciones, mediante el fuego. Ucrania conoció bien estas actuaciones durante la última Guerra Mundial, durante la cual poblaciones y villorrios enteros, visitados por los nacionalistas ucranianos, enrolados o no en las fuerzas invasoras nazis, fueron pasados a cuchillo y luego incendiados. Su culpa era ser polacos, o judíos, o rusos. Daba igual. Ancianos, mujeres y niños eran colgados con alambre de espino de los árboles.

Hoy gobiernan en Ucrania sus sucesores, mediante el golpe financiado por los EEUU y la participación de otros países europeos (como Polonia) que ha entrenado a los grupos armados.

¿Ignora la progresista, ignorante y miserable izquierda española quien fue Stepan Bandera? ¿O es que eso no lo quieren saber? Izquierda engangrenada que, puesta a olvidar, olvida hasta como sus abuelos pedían desesperadamente al mundo ayuda, socorro contra el genocida Ejército español rebelde, recibiendo como respuesta el desprecio y la indiferencia de los denominados países democráticos, que ya colaboraban discreta y eficazmente para la victoria de las fuerzas llamadas nacionales. A esa angustiosa llamada de socorro solamente respondieron algunos miles de hombres y también mujeres, que sintieron el deber de la solidaridad con sus hermanos, y acudieron a nuestro país. Esos miles de hombres y mujeres, y otros que no pudieron acudir a combatir, pero que ayudaron y colaboraron con una pasión que sólo la hermandad de clase puede producir, son los únicos que merecen nuestro recuerdo, junto con los gobiernos de México y la Unión Soviética.

Nada nuevo en Odessa, por tanto. Es lo de siempre. Es el poder del capital, el fascismo en acción, alimentado por esa potencia terrorista denominada EE.UU. y por los intereses ambiguos de la Unión Europea, ambos creadores del monstruo nazi. Ellos han incubado el huevo de la serpiente. Odessa es lo que la putrefacta progresía española quiere ignorar, porque es el espejo ante el que ven su cualidad miserable, su vileza. Hasta puede ser que adivinen el destino que les espera, cuando, andando el tiempo y los acontecimientos, el proletariado español se apropie del poder, y vuelva después de tantos años a tomar el destino del pueblo en sus manos. No es extraño que tengan miedo a la auténtica revolución social. Por eso, hacen como si el asesinato premeditado de 46 antifascistas no fuera con ellos, y prefieren ignorarlo, porque ser conscientes les obligaría a reflexionar y actuar…contra sus propios intereses.

Pero la matanza de Odessa si que ha tenido repercusiones en España, y muchas. ¿Acaso se han producido protestas, denuncias, pésames, solidaridades? ¿Se han expresado deseos de justicia o de venganza? Por desgracia, muy escasamente. La auténtica repercusión está en el tratamiento, en la forma con que los diversos medios han alimentado el conocimiento colectivo de un grave crimen. Esa es la novedad.

Porque ni siquiera durante los gobiernos franquistas se dio tal uniformidad y censura en la transmisión de información. Siempre quedaba esa forma de decir las cosas, esa sugerencia, esa metáfora que para el lector avezado indicaba que la realidad era mas grave o radicalmente diferente de lo narrado en el papel. La similitud en la descripción del asesinato de 46 personas en los principales medios de comunicación sin excepciones es un triunfo de coordinación, que demuestra la cohesión que la clase dirigente española ha impuesto en esos citados medios, y el alto nivel de organización de nuestros enemigos en la guerra social que se lleva a cabo en el Estado español. La descripción de la incineración de 46 personas cerradas en un edificio (rematando a palos a los que salían) como el “resultado de choques” y de “enfrentamientos” con los “rebeldes prorrusos” abre nuevas vías al surrealismo informativo, e incluso a la reescritura de acontecimientos históricos. Sin ir mas lejos, un par de ejemplos. Como ustedes saben, el resultado de los choques entre las fuerzas gubernamentales alemanas y los rebeldes judíos (y comunistas, y socialistas, y disidentes en general) se saldaron con 8 millones de muertos. Y también, acercando el foco informativo a España, ustedes también sabrán que el resultado de los choques entre las cabezas de los guardias civiles y las balas procedentes de algunos nacionalistas vascos produjeron en años pasados una abundante cifra de bajas. En esos choques, por lo general, suelen llevar la peor parte las cabezas de los guardias civiles. Y así. Dejo a la imaginación de los lectores la reescritura de otros conocidos acontecimientos y sucesos: la llegada de Colón al Nuevo Continente, la violación, los malos tratos, la invención de la aviación, los accidentes mortales de tráfico…

La prensa y las televisiones españolas han hecho y están haciendo con motivo de los sucesos en Ucrania un ejercicio gigantesco de falsificación informativa e histórica. Cierto es que a ello están acostumbrados, porque es su labor cotidiana y su deber mercenario. Pero, al contrario que el suceso en sí (que, repetimos, es el nazismo en acción), la información sobre la masacre odesita si que supone un salto cualitativo en los medios informativos de la burguesía española. Han declarado abiertamente su apoyo al gobierno golpista de Kiev, pero también, despojándose de inútiles melindres, su satisfacción con los métodos terroristas. Y no les guardamos rencor por ello, sino que expresamos nuestra satisfacción, (aún venciendo nuestra vergüenza, asco y odio, como dice un compañero), porque han tomado partido por la barbarie y el terror. Y siempre es de agradecer que las cosas estén claras. Y vuelvo a poner un ejemplo, sin ánimo de señalar. Cuando el día de mañana, un tal Mañueco, corresponsal de ABC en Kiev, niegue su colaboracionismo con la canalla nazi, alegando su profundo amor a la libertad y su democratitis de toda la vida, el fiscal (popular, por supuesto) verá facilitada su labor mostrando al jurado (si, también popular) los accesos de alegría desatada con la que el citado corresponsal informaba de los avances de los mercenarios de la Plaza Maidan y el triunfo del gobierno golpista ultranacionalista implantado por la CIA. El fiscal mostrará la cobertura y la manipulación de la información, la propaganda que tanto ABC, como EL PAIS, como LA VANGUARDIA; como EL MUNDO, tutti uniti, expandían, a la manera que Goebbels aprendió de los publicistas norteamericanos y que Hitler aplicó con tanto éxito que la propia prensa norteamericana los puso en funcionamiento tras la II Guerra Mundial. Esos futuros fiscales populares no tendrán dificultades en demostrar como los periodistas del régimen español se alinearon de forma militante en las escuadras del nazismo resucitado que aparece en Europa. Como los curas genocidas en la Croacia de los años 40, lo han dejado por escrito. Ellos sabrán lo que hacen.

Y trabajar es nuestra labor. Poco podemos hacer por los muertos de Odessa. Las derrotas de las clases populares se cuentan por miles, y los muertos por millones. Nada podemos hacer, ni siquiera lamentarnos. Nuestros hermanos encerrados en el edificio incendiado de los Sindicatos de Odessa han pasado a formar parte de las masas anónimas que tuvieron la grandeza de luchar por lo que creian. Poco mas podemos hacer que inclinarnos levemente en señal de respeto y recuerdo; y, después, reflexionar, pensar, planificar, conspirar, organizar, actuar, prever, planear el aplastamiento de nuestros enemigos de clase y el triunfo definitivo sobre el terror del capital. Aplastar, otra vez y para siempre, el huevo de la serpiente.

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