Si todos se empeñaran en pensar por sí mismos el mundo sería un caos

Al principio, los herejes (de todo tipo) fueron un coro de voces que bastaba con censurar, marginar y despreciar de vez en cuando. El motivo es que difunden noticias falsas, a diferencia de los guardianes del canon, que sólo propagan las genuinas.

La maniobra no fue bien porque los herejes siguieron largando y hubo que dar un paso más: había que silenciarlos. Pero, ¿cómo hacerlo?, y sobre todo, ¿cómo justificarlo?

La clave es que los herejes están locos y, como cualesquiera otros, deben ser internados antes de reincorporarse otra vez a la sociedad. Si se puede confinar a los mansos, ¿cómo no va a ser posible hacer lo mismo con los herejes?

Pero el encierro tampoco suele bastar por sí mismo para hacerles recapacitar. Los guardianes debían aprovechar el tiempo de encierro para someterles a tratamiento psiquiátrico.

¿Qué clase de tratamiento?, ¿tortura?, ¿lobotomía?, ¿fármacos?, ¿privación sensorial?, ¿hipnosis?

El año pasado una investigadora del Instituto Italiano de Tecnología propuso recurrir a las descargas eléctricas o magnéticas para sanar los prejuicios sociales. Lo llamaba “estimulación cerebral no invasiva” (*).

Es un alivio que dicha estimulación no sea invasiva porque puede superar cualquier declaración de derechos humanos, por exigente que sea. Basta el informe de un siquiatra que acredite la locura herética, para proceder a la estimulación cerebral del paciente.

Es por su bien. El loco necesita una cura y un siquiatra se la puede dar. Si vacunan a los sanos, que no necesitan nada, ¿por qué no se puede hacer algo por los locos? No sólo pueden: un Estado moderno está obligado a ello.

En el mundo actual las personas deberían olvidarse de pensar por sí mismas porque ya hay quien piensa por ellas y sabe mucho más. Son los expertos y los especialistas, con una dilatada experiencia en todos los terrenos del saber. ¿Quieres saber lo que es una zoonosis? No pierdas el tiempo pensando en ello. Limítate a preguntar a quien sabe del tema.

Si todos se empeñaran en pensar, el mundo sería un caos. Se llenaría de noticias falsas propagadas por quienes no saben y, por lo tanto, están equivocados necesariamente. Habría teorías de todo tipo conviviendo con las científicas y no sabríamos diferenciar a unas de otras.

El gobierno más progresista de la historia se ha puesto a ello. Para prevenir que las personas caigan en la tentación de pensar por sí mismas, es necesario crear otro Ministerio más, el de la Verdad, que funcionará en paralelo con el de Defensa.

(*) https://www.huffingtonpost.it/entry/la-stimolazione-cerebrale-non-invasiva-contro-pregiudizi-e-stereotipi-sociali_it_5d53c03fe4b0c63bcbef8e8d

comentario

  1. Uno de los principios fundamentales de las prestaciones sociales, sanitarias y educativas a finales del siglo XX era la participación de los usuarios en los tres sistemas, teniendo en cuenta otros principios no menos importantes como era la descentralizacion de competencias del nivel estatal al nivel autonómico y sobretodo local y la universalidad, para toda la población. Es decir, la acción asistencial contaba con la participación de los asistidos en una verdadera organización comunitaria donde había una participación y un desarrollo de la comunidad para satisfacer las necesidades de todo tipo. El desarrollo de la legislación social, educativa y sanitaria tuvo problemas de financiación y puesta en práctica, pero el objetivo, en teoría, era llegar a una sociedad en cierto modo utópica.
    Ahora, en pleno siglo XXI, se le ha dado la vuelta a la tortilla. La distopia más desalmada llega envuelta en leyes y normas represivas y fascistas que fulminan la cohesión social y destruyen el más mínimo atisbo de participación, opinión y expresión de los administrados. Las personas con derechos sociales, civiles y políticos de finales de siglo se han terminado convirtiendo en enfermos potenciales, asustadizos e histéricos y hasta inquisidores, y la descentralización de antaño se convierte ahora en una centralización global donde toman decisiones vitales un puñado de desequilibrados que controlan a la humanidad.

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