Si Rusia afloja en Siria, aflojará en todos los frentes

Con muy poco los yihadistas han hecho mucho en Siria. La intervención de Turquía, otro actor por delegación, no es pretexto suficiente para explicar el fracaso del ejército regular, pero también de Rusia e Irán, que tenían la cabeza puesta en otros lugares.

No se puede dejar ningún trabajo sin terminar, y menos una guerra. No se puede dejar a los terroristas a sus anchas en Idlib, bajo la tutela de de un país como Turquía. Que no hayan proclamado un califato no es excusa. Los han dejado prepararse durante cuatro años y en tres días han capturado Alepo, que es la segunda ciudad más grande de Siria.

Rusia no puede caer otra vez en la trampa de dejar el trabajo sin terminar en Ucrania. No puede congelar la guerra. Debe terminarla definitivamente y enviar un aviso a sus vecinos, desde el Báltico hasta el Cáucaso. De lo contrario los imperialistas no les van dejar un minuto de tranquilidad.

Además, si Rusia quiere hacer las cosas bien, debe hacerlas por sí misma. No puede contar con aliados y socios circunstanciales. Los iraníes estaban demasiado ocupados con Palestina y Líbano.

Erdogan le ha apuñalado por la espalda, y no es la primera vez. Turquía nunca ha dejado de trabajar para la OTAN, ni tampoco de dirigir a los yihadistas que operan en el norte de Siria. Sin el MIT, su servicio de inteligencia, el ataque terrorista contra Alepo habría sido imposible.

Los acuerdos internacionales son papel mojado si no están respaldados por la fuerza bruta. Los últimos ejemplos son los de Misk de 2014 o el firmado en 2020 en Astaná. La captura de Alepo es una burla directa a un trato que convirtió a Rusia, Irán y Turquía en países garantes de Siria, un papel que ninguno de ellos ha cumplido.

Los días 11 y 12 de noviembre se celebró en Astaná la 22 reunión internacional sobre Siria en el “formato Astaná”, y sobre sus resultados se emitió una declaración conjunta. Más papel mojado.

La caída de Alepo no se pudo producir sin la traición de los generales sirios, sin la huida de sus subordinados, sin que el frente quedara expuesto y sin que muchas armas quedaran se abandonadas en manos de los yihadistas. Es poco probable que esto hubiera sido posible si Damasco hubiera sido plenamente consciente de la situación, incluida la lealtad y el profesionalismo de sus oficiales superiores.

Para que los dirigentes sean conscientes de la situación es necesario tener fuentes de información sobre el terreno y un organismo capaz de recopilarlos, analizarlos y transmitirlos de manera oportuna.

Rusia no puede ceder en Siria. Si lo hace, sucumbirá en todas partes. La coincidencia en el tiempo de acontecimientos como la escalada en Ucrania, los ataques de largo alcance contra el interior de Rusia, el ataque al sistema bancario ruso, la crisis en Abjasia, la desestabilización en Georgia y la crisis en torno a Alepo no son accidentales.

Al imperialismo los nievos misiles Oreshnik no le han impresionado en absoluto y ha respondido intensificando significativamente sus esfuerzos para presionar a Rusia en todos los frentes.

El éxito en Alepo puede alentar a los imperialistas a atacar en otros puntos. Rusia debe mantener unidas todas sus líneas y estar preparada para afrontar nuevos desafíos.

Si Rusia todavía tenía dudas sobre la pertinencia de las negociaciones, la situación actual en Siria debe haberles convencido de que tienen que abordar la cuestión ucraniana de forma definitiva, que no deje lugar a dudas.

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