“Las ‘kelis’ no paramos”, afirma Carreño, que hace hincapié en que salen a la calle para reclamar exactamente lo mismo que el año pasado porque, por desgracia, la situación sigue siendo la misma. Reclaman que se reconozcan las enfermedades profesionales que sufren como consecuencia de su trabajo, jubilación anticipada, como máximo, a los 60 años y unas condiciones laborales dignas.
“La situación está igual o peor que el año pasado”, indica la organizadora de la concentración, que denuncia que en la mayoría de los establecimientos siguen sin cubrirse las bajas, lo que obliga a las trabajadoras que quedan a repartirse las habitaciones que haría otra trabajadora. “Nos dijeron que dedicarían dinero de la ecotasa a contratar personal sanitario para nosotras, pero no se ha hecho”, añade Carreño, que insiste en el tema de la jubilación: “Es imposible que una mujer de 67 años esté desempeñando este trabajo tan duro. Por pedir, pediríamos que la jubilación anticipada fuera a los 55 años, pero si la adelantan a los 60, bien”.
De la misma manera, asegura que la carga de trabajo que soportan sigue aumentando. No sólo porque los establecimientos cada vez añaden más elementos a las habitaciones, que ellas deben limpiar. “Esto implica más tiempo, pero tenemos el mismo”, indica la trabajadora, que afirma que las camareras de piso no ven la reducción de la ocupación de la que alertan los hoteleros: “Ellos dicen que la temporada está siendo rara, pero van a reventar. Entra la misma gente y hay más camas en las habitaciones”. La organizadora de la protesta señala que cada vez hay más habitaciones con cunas o con camas supletorias, lo que complica aún más su trabajo.
Eso sí, reconoce que cada vez tienen que atender más salidas, es decir, más limpiezas a fondo. Esto significa tener que dedicar más tiempo a la limpieza, con cambio de sábanas, algo que aún hoy la mayoría de empresarios, denuncia, no tienen en cuenta. Ayer, por ejemplo, ella misma tuvo que limpiar en su jornada de ocho horas un total de 22 habitaciones. Tres de ellas eran salidas de clientes. “Tienes quince minutos para limpiar un baño, una terraza y una habitación en la que, además, tienes que cambiar las sábanas”, detalla la camarera de piso.
Algunos directores de hoteles han pretendido este verano reducir de forma considerable las plantillas de camareras de pisos pretendiendo que una única limpiadora se hiciera cargo de alrededor de 50 habitaciones. “Es una locura”, afirma.
Muchas de las camareras de piso se tienen que medicar para poder trabajar. Algunas para paliar los dolores derivados de la actividad que desempeñan y otras para controlar la depresión y la ansiedad que sufren cada día.
Carreño defiende que este colectivo es “indispensable” para la hostelería de la isla y denuncia el machismo al que están sometidas. Ella, en vista de que las movilizaciones del año pasado no han tenido efecto, es partidaria de convocar una huelga en plena temporada. Para esto, señala, necesitarían contar con el apoyo de los sindicatos algo que, a pesar de las buenas palabras, no tienen a la hora de la verdad. “No se puede consentir lo que nos está pasando, pero tampoco podemos convocar una huelga nosotras solas, sin apoyos”, lamenta.
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