Senegal ante la responsabilidad histórica de romper los lazos neocoloniales

En un discurso, el nuevo presidente de Senegal Bassiru Diomaye Faye ha dicho: “El pueblo ha elegido la ruptura […] Tenemos la responsabilidad histórica de consolidar nuestra soberanía rompiendo las cadenas de la dependencia económica”.

También saludó a los héroes que “desafiaron el odioso sistema colonial y su llamada misión civilizadora”, anunciando así el inicio de una era de cambios.

Entre los temas prioritarios del dúo Faye-Sonko figura el abandono del franco CFA, una decisión que suscita un considerable interés. Creado en 1945 como parte de los acuerdos de Bretton Woods, el franco CFA es una moneda para las colonias francesas de África. En 1958 pasó a llamarse “franco para las comunidades francesas de África”. Era un símbolo de la influencia económica y monetaria de Francia sobre sus antiguas colonias en África.

Su objetivo era controlar el acceso a las materias primas de las colonias y proteger el territorio francés de otros bloques monetarios controlados por Reino Unido: la zona de la libra esterlina.

A diferencia de la zona de influencia de la libra, que desapareció en la segunda mitad del siglo pasado, el franco CFA todavía existe en 14 países africanos. Ofrece la garantía de convertibilidad, paridades fijas, libre transferibilidad y centralización de las reservas de divisas de Francia.

A cambio, la emisión e impresión de dinero tiene lugar en Francia y los países que utilizan el franco CFA están obligados a depositar al menos el 50 por ciento de sus reservas de divisas en Francia.

A lo largo de su campaña electoral, Faye expresó su compromiso de restablecer la soberanía monetaria del Senegal, ya que el franco CFA es un vestigio colonial. Al igual que otros países como Malí, Níger y Burkina Faso, que rechazaron abiertamente la presencia francesa en su territorio y amenazaron con abandonar el franco CFA, Senegal se sitúa ahora en el centro de la misma dinámica.

La decisión de Senegal, un país de talla regional, con una influencia significativa sobre sus vecinos, tendría repercusiones directas e indirectas sobre los otros trece países que todavía utilizan la moneda colonial.

Los anuncios de reformas, incluida la futura introducción en 2027 de la palabra “eco” por parte de Emmanuel Macron, fueron percibidos por muchos africanos como maniobras destinadas a preservar los intereses económicos franceses.

Entre las diversas propuestas planteadas a lo largo del tiempo, la de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) parece estar ganando adeptos: la idea de establecer una zona económica común con una moneda única para todos los países de la región.

Faye parece estar a favor de esta alternativa. Sin embargo, Senegal teme el peso de Nigeria en esta nueva entidad. Como potencia demográfica (país más poblado de África) y económica, Nigeria representa el 66 por cien del PIB de la CEDEAO y ejerce una influencia innegable en la región. Pero, al mismo tiempo, padece importantes tensiones étnicas y un alto nivel de corrupción, lo que despierta reticencias entre sus vecinos.

El descubrimiento de yacimientos de gas y petróleo frente a las costas senegalesas podría repartir de nuevo las cartas y dar a Senegal el margen de maniobra necesario para actuar en solitario y romper unilateralmente con el franco CFA y crear una divisa propia.

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