A partir de ahí, la imaginación puede volar muy alto. Bielorrusia asegura que 11 de los detenidos se dirigían a Venezuela, 15 a Turquía, dos a Cuba y sólo uno a Siria. Uno de los detenidos dijo que no tenía ni idea de adónde iba, mientras que otros tres se negaron a responder a la policía.
Por si no fuera suficiente, el gobierno de Minsk asegura que algunos de ellos eran ucranianos.
Según Rusia, todos los detenidos se dirigían a Estambul.
Otras fuentes aseguran que Wagner mantiene relaciones con Turquía o, más precisamente, con empresas turcas que operan a escala internacional, lo cual es paradójico, dado que en Libia ambas partes están enfrentadas. Wagner ha sido contratada por el Haftar en Libia, mientras Turquía sostiene al gobierno de Unidad Nacional.
Unos dicen que este año los esquemas se han roto; otros que el “enemigo de mi enemigo es amigo”; otros de que los mercenarios se venden al mejor postor, incluidos los rusos…
Lo cierto es que las relaciones entre Moscú y Minsk no son buenas, o son mucho peores de lo que suponemos. Con el pretexto de la pandemia, el Kremlin ha endurecido los controles fronterizos entre ambos países, que antes eran muy buenos aliados.
Putin ha convocado el Consejo ruso de Seguridad, aunque en Moscú se multiplican los llamamientos a la calma, mientras despliegan unidades del FSB y guardias fronterizos rusos en las aduanas. Las colas para cruzar la frontera alcanzas más de cuatro kilómetros.
Ante unas elecciones inminentes, la amenaza de desestabilización de Bielorrusia es evidente. La oposición vendida al imperialismo se manifiesta un día sí y otro también. Pero al Kremlin tampoco le gusta Lukashenko, o le gusta menos y presenta su propio candidato. Hay quien cree que la desestabilización de Bielorrusia puede tener su origen en Moscú y que eso es lo que explica la presencia de Wagner en el país en vísperas de los comicios.
No es el caso. Los mercenarios de Wagner no son especialistas en operaciones clandestinas. No se puede desestabilizar un país con ese tipo de mercenarios. Hacen falta otros cómplices, como ONG, partidos domesticados, prensa, provocadores bien adiestrados…
Moscú tiene suficientes simpatías dentro de Bielorrusia como para influir en el curso de los acontecimientos, sin necesidad de muchos alardes de guerra sucia.
Bielorrusia está sometida a una presión creciente de la OTAN, a través de países vecinos como Polonia y Ucrania. Lukashenko está muy mal visto por los imperialistas y su política ante la pandemia de coronavirus ha sido el remate. Les ha dejado en evidencia al denunciar el chantaje financiero para que ordenara el confinamiento.
Pero también es cierto que Moscú le reprocha su actitud en la Guerra del Donbas.