El arsenal se componía de casi 40.000 toneladas de productos tóxicos y los planes de destrucción, que estaban previstos para 2020, se han adelantado.
La destrucción fue ordenada en 1997 por el Parlamento tras la entrada en vigor de la Convención de Ginebra sobre la Prohibición de Armas Químicas.
En el acto estaba presente una delegación de la Organización Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas, que calificó la decisión rusa de “etapa importante” en el desarme mundial.
Los arsenales se repartían entre siete bases militares a lo largo del territorio ruso y su destrucción ha costa 316.000 millones de rublos.
En una videoconferencia Putin ha destacado que se trataba de un acontecimiento histórico, añadiendo que desafortunadamente Estados Unidos “no cumple con sus obligaciones” en la materia.
Rusia y Estados Unidos acumularon enormes reservas de armas químicas durante la Guerra Fría y se habían comprometido a destruirlas antes de abril de 2012, al término de la Convención de 1997 sobre la prohibición de las armas químicas, antes de anunciar que no podrían respetar el calendario fijado.
Ambos países dijeron que necesitaban más tiempo. Rusia concluye el proceso ahora, mientras Estados Unidos se fijó como nuevo plazo el año 2023.
Cerca de 200 países adoptaron la Convención de 1997, que prohíbe la producción, el almacenamiento y el uso de armas químicas.