“Hay que dejar de instrumentalizar a ciertos grupos terroristas para derrocar a regímenes políticos considerados como indeseables”, dijo Putin en clara referencia a Estados Unidos. “No se podrá expulsar a los terroristas de Siria sin cooperar con Damasco”, añadió.
La política internacional del Kremlin no es apta para impacientes y aguarda un acuerdo con Estados Unidos, el visto bueno de la ONU o la colaboración de varios Estados, es decir, una especie de coalición internacional parecida a la que ha orquestado Estados Unidos. La autorización del gobierno de Damasco, el dato diferencial, se da por confirmada de antemano.
Ante ese plan esta semana la prensa rusa se interroga si Rusia tiene derecho a bombardear sobre territorio sirio. ¿Por qué los occidentales pueden y nosotros no?, preguntan algunos medios.
Sin embargo, aunque espera llegar a un acuerdo con Estados Unidos, Putin no subordina sus planes a dicha condición y, como dice la agencia de noticias Bloomberg, está dispuesto a seguir adelante aunque rechacen su oferta de compromiso.
En resumen, la oferta de Putin significa admitir que el enemigo nunca fue Bashar Al-Assad sino los socios regionales de Obama: los del Califato Islámico y Al-Qaeda. Como ha dicho el director de cine Oliver Stone, Estados Unidos no podrá decir que se siente amenazado sino que es la amenaza.
Es casi seguro que la propuesta del presidente ruso se conocerá públicamente el próximo lunes 28 de setiembre durante la sesión de la Asamblea General de la ONU, la primera de Putin en una década que, además, aprovechará el viaje a Nueva York para entrevistarse con Obama.
Esta intervención ha creado unas expectativas desconocidas hasta la fecha, reconoce el Financial Times. Se ha producido un fenómeno curioso. Cuando en julio se anunció su discurso, los medios de propaganda dijeron que carecía de interés porque Putin estaba aislado de la “comunidad internacional”. También dijeron que esperaban el típico mitin contra la política exterior de Estados Unidos.
Se han vuelto a equivocar de plano. A través de sus portavoces más cualificados, los imperialistas están obligados a reconocer que Putin ya no es un “paria”, como ellos creían, aunque no destaca por su estrategia sino por su táctica, “cuando se trata de sorprender a sus contrapartes”, concluye Financial Times.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.